👽 Un Nuevo Inicio 👽

74 13 0
                                    

—Esto, ¡Acaba ahora! —Le habló el principal de todos ellos, y seis se abalanzaron para atacar al mismo tiempo.

«Puedo verlos», pensó Thomas al notar sin problemas, que todos se acercaban con gran lentitud.

«Puedo verlos», pensó al mirar de reojo a tres, que se acercaban por detrás.

«No solo puedo verlos, puedo percibir la presencia de todos, y cada uno de ellos», concluyó con entusiasmo. «¡Bien! Esto será emocionante».

Aunque los tres clones de atrás, junto con dos de adelante atacaron a la vez; el chico los esquivó sin problemas. Pisoteaba a sus adversarios, y usaba los cuerpos como impulso, para saltar de regreso al suelo; mientras a su vez localizaba cada parte, del corazón repartido de Zerk.

Al estar cerca del suelo, uno de ellos quiso sorprenderlo por detrás; fue allí que usó a las piezas metálicas cerca de él, y las transformó en filosos y puntiagudos rombos de acero. Con una de ellas atravesó el pecho de uno de los clones, y logró destruir una de las partes del corazón.

—Te lo dije, —comentó al girarse para ver de frente a su oponente—. No debes tomarte a la ligera.

Zerk observó al chico y le lanzó una ráfaga de aire, que fue bloqueada por las piezas que defendían a Thomas.

«Ya veo», pensó tras analizar aquella reacción. «Creó los bastones para atacar, y los rombos para defenderse».

—Nada mal, niño, —le comentó, a la vez que regresó el cuerpo junto a Thomas a su forma etérea, y la recuperó—. Creo que debo ponerme rudo contigo.

Al absorber el resto de sus partes; la fuerza de Zerk regresaba a como era antes de separarse. Convirtió sus brazos en cuchillas filosas, tan fuertes como el acero.

Thomas por su parte, aumentó la precisión y dureza de los rombos; a la vez que dotó de energía las varas metálicas y transformándolas en acero.

—Niño, solo quiero saber algo de ti, —dicho eso; se transportó hasta la plataforma donde se hallaba el chico, y quedar a solo un par de metros de él—. Con todo ese poder, podrías lograr lo que quisieras.

»Entonces, ¿Por qué renunciaste a la posibilidad, de volverte el líder del Nuevo Orden Mundial?

—Me gustaría que no hablaras en serio, —comentó sarcástico, pues ya sabía la respuesta de aquel sujeto—. Te dejaré algo en claro, tu control mental no servirá conmigo; tal y como te funcionó con el T/C.

»Escucha con claridad lo que diré; y es que jamás dejaré que me manipules, mucho menos ayudarte con algo tan atroz como el plan que tienes para nuestro planeta.

—Solo piénsalo, —le respondió—. Podrías llegar a ser algo más que esto, podrías llegar a ser lo más cercano a Dios.

— ¿Ser Dios, dices? —Inquirió con rabia—. Si para ser Dios, debo pisotear a los demás, y masacrar a quien se atraviese en el camino; entonces prefiero ser un simple humano.

»Y si alguien se mete con los míos, solo para ser merecedor de ese título; entonces acabaré con ese ser sin dudarlo.

—Te equivocas, —Le respondió Zerk luego de suspirar con fastidio, por aquel comentario—. Yo también fui humano. Por eso sé a la perfección que, como humanos; lo único que busca tu especie, es obtener el poder suficiente para oponérsele a cualquiera, y sobrevivir sin importar el costo.

—Difiero con ese concepto, —le respondió tajante—. Aquellos seres que son así, solo traen destrucción consigo; y son justo los que deberían ser detenidos, antes de que obtengan el poder para aplastar a los demás, con tal de asegurar su posición.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora