Un mes había transcurrido desde aquel incidente, que había costado la vida en un aproximado de 2.5 mil millones de personas. Es decir, poco más del 30% de la población, que la tierra tuvo para finales del año 2024.
Los guardias del área 51, detectaron una alerta en el último subnivel del lugar. Varios de ellos se dirigieron al lugar, llegaron y al salir del ascensor; sacaron sus armas y las apuntaron contra el pasillo.
La puerta de la única habitación de allí, fue arrojada; y acabo a una corta distancia de los guardias. Los hombres se asombraron al ver el estado de Adam, el aura anaranjada que lo cubría; las venas de los brazos y cuellos del mismo color, y sus ojos ennegrecidos a excepción por el iris, que su tonalidad naranja era tan intensa como su aura.
— ¡Apártense! —Les ordenó con seriedad. Al chico no le apetecía combatir.
— ¡Disparen! —Gritó el hombre que los dirigía, y todos le dispararon al muchacho, con sus ametralladoras M249.
Sin importar la cantidad de balas que dispararon, no le hicieron ningún rasguño; porque Adam las detuvo todas sin problemas. Estas flotaban al frente de él, y poco a poco las giró hasta que apuntaron a los guardias; con un movimiento de sus manos, estás comenzaron a girar y las disparó contra aquellos hombres, sin tener clemencia por alguno de ellos.
Avanzó con lentitud, al llegar al ascensor, se inclinó y gracias al impulso; dio un gran salto con la fuerza suficiente, para atravesar cada subnivel sin problemas; hasta llegar a la superficie del lugar.
Al estar afuera de la zona, sintió que el clima era algo frío; a pesar de que eran las doce del mediodía, y el cielo estuviera despejado.
«Que extraño». Pensó al percibir la temperatura del ambiente. «Será mejor que me apresure, esto no me da buena espina».
Sin mucho esfuerzo, concentró su energía y abrió un portal. El aire helado se filtraba por el otro extremo, y le daba de frente; concluyó al notar que, incluso ese lugar, era más frío de lo que recordaba.
Escuchó pasos acercarse y al girarse, descubrió que Mateo, Madison y Jessica; se aproximaban a gran velocidad. Extendió su mano y creó una barrera, de esa forma ninguno de ellos podría atravesarla.
—Es una pena que por ahora, no pueda ayudarlos, —les comentó, y se giró para darles la espalda e irse—. Muy pronto regresaremos por ustedes, hasta entonces; cuídense.
👽
Un par de semanas luego de eso, cubierto por la sombra de la noche; un chico se movía por la ciudad, con cuidado de no ser visto por nadie. Alguien ágil, que usaba un tapabocas y una capucha para cubrirse el rostro.
Para él, aquel mes y medio que pasó, luego de la activación del Blue Beam; se le hizo interminable. Sin embargo, sintió un alivio al llegar a su antiguo colegio, y ver que seguía intacto.
Se escabulló en el edificio, siempre precavido y alerta. Llegó al tejado, y se acercó al barandal; recordó las instrucciones que recibió tiempo atrás, y las ejecutó al pie de la letra.
Transfirió parte de su energía al barandal, y un par de bobinas emergieron del suelo, una a cada lado del chico. Estas abrieron un portal, que lo transportarían a aquel refugio, el cual debió ir hace tanto.
Se descubrió la cara y sintió la brisa helada de la zona, que se colaba desde el otro lado. Creó un escudo para protegerse del frío; caminó, y se adentró en el vórtice que lo llevó al polo sur.
Al trasladarse con éxito, el portal se cerró detrás de él, y apareció al inicio de un pasillo; con un comité de bienvenida, exclusivo para recibirlo.
—Hasta que por fin llegas, —comentó Natalie con una sonrisa burlona.
—Ya me había preocupado, —prosiguió Adam.
— ¡Adam, Nat! —Expresó Thomas con un evidente ánimo, por verlos de nuevo. Estiró sus brazos y con una gran sonrisa, se lanzó sobre ellos para abrazarlos—. ¡Están con vida!
— ¿De qué hablas? Eso deberíamos decírtelo nosotros, —dijo Natalie, ofendida por el comentario y rompiendo el abrazo—. No supimos nada de ti, en más de un mes.
—Ella tiene razón, ¿Dónde estuviste?
—Admito que me pasaron muchas cosas increíbles, —en ese momento se calló, bajó la mirada y apretó el puño; al recordar el error que tuvo en la luna, y por el cual aún se culpaba. Cambió su semblante y miró de frente a sus compañeros, decidido a contarles todo—. Y otras no tan buenas. Necesito comentarles algo, es muy importante que lo sepan cuanto antes.
—Imagino que sí, —le respondió Natalie con una sonrisa de medio lado—. Sin embargo, por ahora tienes que acompañarnos.
— ¿Acaso no escucharon lo que acabo de decirles? —Replicó.
—Claro que sí, solo que ahora debes venir con nosotros.
Thomas se fijó en su amigo luego del comentario de Natalie, y este solo asintió. Caminaban por el lugar, hasta que llegaron a una puerta; fue allí que Adam se dispuso a hablar.
—Sabemos que nuestros enemigos, cuentan con un gran ejército; y con el apoyo de nuestros hermanos. Lo que ellos no saben de nosotros, es que también tenemos el nuestro.
— ¿Nuestro propio ejército? —Preguntó el chico, confundido—. ¿A qué te refieres?
—Nos referimos a esto, —le respondió Natalie.
Adam abrió la puerta, y dejó al descubierto un gigantesco recinto; el cual parecía extenderse cada vez más, sin tener un límite. Thomas miró asombrado aquel lugar, la cantidad de personas que allí estaban; científicos, médicos, y hasta jóvenes guerreros, al igual que ellos tres.
Entonces se giró para ver de frente a su amigo, y fue allí que este le confesó en donde estaban.
—A pesar de que muchas personas, solo lo conocen como la Antártida; este sitio tiene otro nombre, —le comentó Adam con orgullo, y los tres fijaron su vista en el resto del lugar—. Este fue mi hogar por mucho tiempo, luego de que nos separamos de niños; ahora también es el de ustedes.
»Thomas Hoffman, te doy la bienvenida a lo que los humanos conocen, como la ciudad perdida de Atlantis.
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ARMAGEDÓN
Science-FictionAl reencontrarse con Adam, Thomas Hoffman deberá prepararse para luchar y defender su planeta; de la amenazante llegada de los visitantes espaciales. 👽 Thomas nunca se imaginó que, la llegada de un fantasma del pasado llamado Adam Blum; alteraría s...