VIII. Devoción y trauma

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Al adentrarse en la cueva, más allá del frío y humedad, SiZhui vislumbró una charca de rojo brillante llamar desde la distancia.

Cual polilla encantada a la luz, forzó sus pasos. Aunque, fue consciente de los peligros, y se aferró a la empuñadura de su espada mientras reducía la distancia entre la inusual concentración de resentimiento y él.

La caverna hedía a sangre; el área alrededor de la antigua morada del patriarca Yiling estaba cargada de energía Yin, y fue tan poderosa que provocó pinchazos en su cabeza, amenazando con hacerle vomitar por las nauseas.

El suelo crujió bajo sus pies, y notó los restos desintegrados de papel sucio y objetos rotos.

Por alguna razón aquella fosa siniestra resultó familiar. La había visto en alguna parte; ya había estado ahí antes... en sueños.

No, en sus memorias, se corrigió.

SiZhui dio un par de pasos hasta llegar al borde del pozo. Se conmocionó por la oleada violenta de energía que emanaba la sangre estancada, y fue como estar en presencia de un caldero hirviente.

Antes de entender nada, fue tirado de manera violenta. Por lo que lanzó un grito de sorpresa.

Aferrado a sus tobillos, las extremidades sanguinolentas de una criatura desconocida.

Sizhui perdió el equilibrio, más no cayó sobre su trasero. Las garras se aferraron a su cuerpo, y se enterraron en su suave carne provocando gran dolor. Causando magulladuras y cardenales.

Luchó por liberarse, pero la presión fue demasiada, haciendo imposible liberar su cuerpo. En una inspección más cuidadosa, notó que no se trató de una criatura monstruosa, por el contrario, aferrado a él yacieron un par de brazos ensangrentados de una figura humanoide.

El peso contra su cuerpo amenazó con tragarle al interior de la fosa. Su corazón golpeó violentamente en su interior y la sangre fluyó por sus oídos. Estaba tan angustiado ante su falta de cautela que las lágrimas amenazaron liberarse de pura frustración.

Lan SiZhui fue jalado con más fuerza y su uniforme se desgarró pese a los sellos de protección. Esto le dio un poco de libertad y se deslizó una bota. En una pose defensiva desenvainó a KeWang, apuntando contra el cadáver. Pero, antes de lanzar su golpe, vislumbró la sangre sobre el cadáver deslizarse viscosa cual mezcla de brea aceitosa; dejando ver la pálida y grisácea piel debajo.

"... ¿Qué?" Exhaló.

Los alaridos dentro de la cueva se alzaron como las voces de muertos.

SiZhui buscó en la criatura algún rasgo distintivo para comprender al enemigo a enfrentar.

¿Un hombre, un cadáver, un fantasma feroz?, No lo sabía.

SiZhui podía apañarselas con el espíritu reanimado de un hombre; también era hábil en la lucha con cadáveres... los fantasmas feroces fueron una historia aparte, incluso en sus cacerías grupales, se requerían de cuatro a cinco discípulos para dar sometimiento a un fantasma feroz cultivado en resentimiento.

La mano libre, que había rasgado parte del orillo de su traje, reafirmó su agarre, e inmovilizó las piernas de SiZhui sin ninguna clase de esfuerzo.

Horrorizado por la realización, Lan Yuan entendió que la criatura tenía intención de salir del fondo del estanque rojo utilizando a SiZhui como anclaje.

Un lamento atronador resonó en las paredes rocosas. El estridente causó daño real, por lo que Lan Yuan se obligó a ignorar la cálida humedad que se deslizaba por sus oídos.

Alma encadenada a la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora