EL CASTIGO

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Malcolm aún estaba en la habitación de Jazmín cuando tocaron la puerta y el con voz segura dijo - Adelante.
Joel volvió a entrar con una computadora portátil en la mano.
- Aquí tié, señor Howart -dijo mirándola de nuevo sin disimulo.
Jazmín sé encogió de miedo. «Si te digo que le chupes la polla a otro hombre, le harás la mamada de su vida». ¿Sería Joel ese otro hombre? Dios no lo permitiera. Sé dijo ella mentalmente.
-Gracias, Joe. Dijo Malcolm recibiendo la computadora y leyendo algo que salía allí en la pantalla.
El criado se marchó llevándose la bandeja con los platos y cubiertos usados.
- Malcolm continúo leyendo lo de la computadora, como si sé hubiera olvidado de su presencia.
De repente él, dejó ir una exclamación de alegría, dio un pequeño golpecito en la mesa y dijo -. Esto te gustará - poniéndole la computadora al frente volvió y dijo-. Mira pequeña lee. El aviso de nuestra boda. Está en todas las redes sociales de Alemania. Y luego estalló en carcajadas.
- Jazmín no daba crédito a lo que sus ojos veían y volvió a leer letra por letra, lo que comentaban allí en esa página muy famosa por cierto, contaba con millones de seguidores.
Jazmín releyó -
«El señor Malcolm Howart, Empresario y dueño de varios casinos entre otras cosas.
Sé complace en anunciar su enlace matrimonial con la señorita Jazmín Sanders, hija del señor Luis Sanders, propietario de Sanders Industries. La boda que sé celebró en el día de ayer en la más estricta intimidad. La feliz pareja se ha trasladado a vivir en la magnífica mansión, que el señor Howart posee a las afueras de la ciudad. Muy pronto está pareja ofrecerá un banquete en el piso superior del casino y casa de citas más famoso de la ciudad».
Aquello era denigrante. Malcolm se había encargado que todo el mundo supiera que se habían casado, y que ahora ella vivía rodeada de putas, jugadores y borrachos. ¿Volver a salir en público? ¿Cómo iba a atreverse después de aquello? Y entendió su juego, el de dar a la vez que quitaba pero sin que aquello pudiese ser considerado culpa suya. Ahora, era ella la que no quería volver a ser vista en público. «Cuando estés orgullosa de estar cogida de mi brazo». La frase cobró todo su verdadero significado. «Cuando estés tan vencida, humillada y quebrada, que no te importe nada más que complacerme», era lo que quería decir. El juego macabro de esté hombre concistia en desvalorizarla, en plena sociedad.
-¿Te gusta el anuncio, esclava? -preguntó, burlón, mirándola con detenimiento. Había visto pasar por su rostro una retahíla de emociones contradictorias hasta llegar a la última, la que él quería ver allí: la derrota. Jazmín Sanders ya no existía, ahora era Howart, ella tan altiva y orgullosa, había sido vencida con brutal brevedad. Ya no tenía ninguna esperanza de salvación. Y aquello lo hizo sentir el hombre más dichoso sobre la tierra. -«¿Quién está ahora, en el piso humillada, pequeña zorra? - se preguntó, satisfecho-. ¿A quién le han arrebatado todo lo que tenía y de lo que se sentía orgulloso, hasta dejarlo sin nada, ni siquiera esperanza?». No, tienes nada Jazmín sólo mis migajas.
-Sí, Amo. Me gusta mucho. Mentalmente dijo «Padre todo esto es por tí, para salvarte». Entonces se le ocurrió una terrorífica idea.
-¿Amo? -dijo con cautela.
-¿Sí, pequeña?
-¿Puedo hacerle una pregunta?
-Sí, aún puedes.
-Mi padre... ¿ Usted le permitirá seguir viniendo aquí a jugar?
Malcolm la miró, pensativo. No era la primera vez, que se sorprendía por la lealtad que esta mujer tenía hacia su padre. El cual no había dudado un instante en presionarla para que se vendiera como si no fuese más que un trozo de carne, a un hombre que pretendía humillarla el resto de su vida.
- Malcolm no entendía este tipo de lealtad. Para él esto no significaba nada. Él no había tenido madre, ni padre, ni hermanos que cuidaran de él. Se había criado en un orfanato, y había tenido que endurecerse desde bien pequeño para poder sobrevivir. Y saliendo de los pensamientos de su duro pasado le dijo.
-Tú padre no tiene permitida la entrada en ninguno de mis establecimientos desde ayer. Aquello quitó un gran peso de los hombros de Jazmín. «Por lo menos, su sacrificio no era en vano».
-Pero hay muchas más casas de juego, y burdeles, a los que puede acudir. Así que no albergues la esperanza que tú padre pueda redimirse. -Se calló unos instantes, esperando para darle el toque de gracia-. Pero tú no lo sabrás nunca, claro, porque jamás volverás a verlo. Lo dijo fuerte y claro.
Se levantó y la dejó sola, sabiendo que ahora sí la había quebrado por completo. Qué fácil y rápido. No había sido ningún reto para él. Y qué decepcionante.
Él Había esperado que una mujer como Jazmín le opusiera más resistencia; desde luego no había imaginado que en su primera sesión tuviera un orgasmo, y mucho menos dos, uno de los cuales había sido mientras estaba martilleando dentro de ella. Cualquier otra mujer se habría horrorizado y suplicado clemencia mientras lloriqueaba aterrada por la situación, y por la perspectiva que aquella iba a ser su vida en el futuro. Se habría revelado con orgullo, y hubiera sido placentero disciplinarla con una buena sesión de látigos. Tendría que llevarla al límite para obligarla a sacar su carácter, ese que sabía que tenía y que la había impulsado a ofenderlo en aquella fiesta hacía ya dos años.
La oportunidad de arrinconarla sé le presentó ese mismo día cuando llegó ante la puerta de su despacho. Joel, le estaba esperando con cara de preocupado.
-¿Qué ocurre?
- El señor Sanders está aquí. Lo está esperando en el vestíbulo y dice que no se va hasta que no hable con usted. Dígame - ¿Le digo que sé vaya?
Malcolm sonrió con maldad. Una idea tomó forma en su mente de forma inmediata. - Ah, el señor Sanders siempre a punto para hundir más a su hija en el lodo.

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