Habían pasado dos semanas desde que había llegado allí, y Jazmín no había podido salir de su habitación excepto cuando el mismo Malcolm, iba a buscarla para llevarla al sótano.
Dos semanas que había pasado sin dormir ni una sola noche con él. Cada uno tenía su propia habitación, solo tenía sexo con ella en aquel sótano donde tenía, toda su colección de juguetes sexuales,los cuales no dudaba en utilizarlos con ella. Dos semanas en que tan sólo se limitaba a decir - «sí, Amo» mientras su conciencia se retorcía por dentro, y su mente no paraba de buscar la manera de salir de aquella situación. Dos semanas durante las que había descubierto actos sexuales perverso y maléficos.
De los cuales ella, sin saber porque los disfrutaba, ella estaba disfrutando de cada una de las situaciones a las que Malcolm la sometía. No importaba si era el potro, la cruz, la mesa o las cadenas. Dos semanas en que acababa cada día, disfrutando de las atenciones y el miembro de su esposo; y en las que no solo se había acostumbrado a ir desnuda cada minuto.
Sé estaba convirtiendo en una adicta a Malcolm. A sus caricias, a sus exigencias y sus excesos. A sus órdenes.
Cuando lo veía cruzar la puerta sé ponía a temblar, pero ya no era de miedo sino de excitación. Él sabía sacar la fiera que había mantenido oculta en el interior, una gata a la que le encantaría rozarse contra sus pantorrillas mientras ronroneaba.
Sus días no eran monótonos, a pesar que siempre empezaban igual. A las once de la mañana ya tenía que estar aseada y perfumada con caros aceites traídos desde Turquía y con un perfume muy fino traído desde París. Estando desnuda se pensaría que no había mucho que hacer excepto lavarse y peinarse, pero Malcolm era un gourmet del sexo y le gustaba que ella estuviera embellecida. Jazmín tenía que peinar su cabello y adornarlo siempre con cintillas doradas y plateadas. El último paso era colgar en su cuello una gargantilla de oro la cual tenía escrita la palabra esclava.Ahora mientras estaba sentaba en el asiento de la repisa de la ventana de su habitación a esperar que en cualquier momento entrara él, Jazmín sé perdió en sus pensamientos, penso en el día que Malcom le regaló esa gargantilla, fue el mismo día en que su padre la encontró desnuda y pensó que ella sé mantenía así por gusto propio y luego la había insultado y repudiado cobardemente. Después de eso ella había dejado que su furia estallará y después del castigo de Malcolm, ella como pudo camino a hacia su habitación y se acostó. Estaba en shock, por lo que su esposo le había hecho y muy aterrorizada por lo que ella había sentido. Se había excitado, cuando él golpeó su trasero con la fusta y cuando él la poseyó con furia, ella había estallado en un orgasmo devastador el cual de sólo recordar la hacía erizar. Ese mismo día durmió todo el día y los criados no le llevaron comida, cosa que agradeció porque le daba vergüenza que ellos, se dieran cuenta de la tunda que le dió su marido, no quería prestarse para ningún tipo de chismorreo por parte de la cervidumbre.
Antes de oscurecer entro Malcom a la habitación y sin decirle nada, se puso a encender la chimenea al acabo de un rato el ambiente de la habitación comenzó a calentarse cosa que ella en silencio agradeció. Así como estaba no tuvo las fuerzas de ella misma encenderla.
Malcolm sé la quedó viendo con algo parecido a la lastima y esa mirada a ella le dolió, no quería que nadie la mirara con lastima y mucho menos él.
Después, sin previo aviso, Malcolm le ordenó - Ponte boca abajo y quítate la manta - Déjame ver tú precioso culo. - Te pondré este ungüento para el dolor dijo sacando del bolsillo de su pantalón un tubito, le aplicó el contenido de esté en sus doloridas nalgas y luego le preguntó - ¿Dime te han traído algo de comer?
- Ella respondió con voz llorosa - No, señor no tengo hambre.
Malcolm dice - Tienes que comer no dejaré que te enfermes. Tomo el intercomunicador y llamo directamente a la cocina y ordenó comida para ella, después de colgar la llamada sé sentó en uno de los sofas y le hizo un gesto a Jazmín para que fuera hasta allí y tomándola de la cintura la sentó encima de él, Jazmín hizo una mueca de dolor al sentarse y bajo la cabeza, así que Malcom la cogió de la barbilla y le alzó el rostro hasta que pudieron mirarse a los ojos.

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EL CHANTAJE
Short StoryJazmin Sanders, una jovencita de veinte años hija única de un comerciante Afroaleman. Jazmín es hermosa, orgullosa, decente y con valores cristianos. Los cuáles la hacen ser demasiado pudorosa. Ella se ve obligada a contraer matrimonio con un hombre...