CAPITULO 14

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Jin me frunce el ceño hasta que me levanto y vamos a la ducha. La enciendo y lo oigo quitar las sábanas.

—Sabes que probablemente deberías comprar más sábanas. Varias más, de hecho. Pienso hacerlo varias veces al día—, me burlo cuando Jin aparece en el baño, con el pelo revuelto y las manos en la cadera.

Está desnudo delante de mí y me encanta. Esas rayas blancas en su piel sólo lo hacen más sexy. Mierda. Me deben encantar las cicatrices o algo así, porque esto me está gustando mucho.

—Envuélvete el brazo—, dice, extendiendo una bolsa de plástico.

—Sí, papá—digo, y me ayuda a asegurarla, y luego señala.

—En la ducha, Jungkook. Y no te mojes los puntos.

Pongo los ojos en blanco, pero entro, y entonces él está justo detrás de mí, tirando de mí hacia él, con las manos puestas en mi pecho.

—¿Vas a lavarme también? ¿Asegurarte de que estoy bien limpio?— Pregunto con una pequeña carcajada, y Jin se acerca a mí para tomar el jabón y empieza a enjabonarme, lo que es una tortura de lo más dulce.—¿También puedo lavarte a ti?— Pregunto y me agarro a su culo por detrás.

Su polla está muy bien encajada entre mis mejillas, y tengo el fuerte deseo de inclinarme hacia delante e invitarlo a que me folle. Diablos, ya estoy preparado, pero no tengo la oportunidad porque me da la vuelta y empieza a lavarme la frente, con la cara puesta en una severa concentración.

—Te tomas esto muy en serio—le digo, y sus ojos oscuros se encuentran con los míos.

—No hay nada malo en estar limpio.

—Nada en absoluto, especialmente cuando eres tú quien me limpia—, digo mientras me lava la polla con metódica precisión.

—Vamos ahora—, refunfuño cuando se pone en cuclillas y me lava las piernas.

—Ahora enjuague—dice, y yo suelto un suspiro pero me giro obedientemente, enjuagando la espuma de mi piel.

—Ahora me toca a mí—, le digo, y extiendo la mano para coger el jabón.

—Ya estoy a medio camino—, refunfuña con los ojos entrecerrados. Tiene razón. La hace. La mitad de su cuerpo ya está cubierto de espuma.

Inclino la cabeza y muevo los dedos.

—Ahora, Jin. No me robes esto. Te he deseado desnudo durante una década. Que estés mojado y desnudo está entre las cinco cosas más calientes que he visto alguna vez. Déjame tocarte.

Suspira y me pone el jabón en la palma de la mano, y me tomo mi tiempo para frotarlo sobre su suave piel, asegurándome de pasar tiempo entre sus piernas. Mucho tiempo extra.

—Dios, estás tan jodidamente caliente, hombre—, digo, y entonces, a pesar de resoplar y golpear esos dedos en sus muslos con nerviosismo, su polla se endurece, y me lamo los labios.

—Has tardado bastante—, digo, y luego me arrodillo.

****

—Prefiero que estés desnudo—, le digo a Jin, y él resopla en señal de fastidio, poniéndose una camiseta de manga larga y unos pantalones de deporte. Yo sólo llevo pantalones de deporte. Ni siquiera me molesto en ponerme ropa interior. Es más fácil para Jin si se le ocurre alguna idea genial.

—Preferiría no hacerlo.

Quiero hacer un mohín, pero me limito a seguirlo hasta el sofá y me arrastro sobre él, tirando de su camiseta hasta que todo su torso queda al descubierto. Apoyo mi cara en su piel desnuda y suspiro.

Compañeros de CuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora