CAPITULO 2

874 108 52
                                    

Tengo visiones de las cosas los próximos días, ¿o horas? No estoy seguro, porque estoy fuera de mí. Solamente me despierto para que Jin me dé cucharadas de sopa y luego me regañe para beber agua. ¿Por qué se ve tan sexy cuando me frunce el ceño?

Obviamente estoy delirando.

Y luego empiezo a alucinar.

¿Es esa mi tía Del? Tae? ¿Mal? ¿Él también vino?¿Mamá?

Manos están en mi cuero cabelludo, frotando y tirando suavemente de mi cabello. En mi espalda, en mi cara.

Me apoyo en eso. Luego ronroneo como un maldito gato porque aparentemente ahora soy un animal. Pero se siente tan bien, tan maravilloso que lo acepto. Cuando finalmente me despierto de mi pequeño coma, Jin está dormido debajo de mí. Estoy envuelto alrededor de él como un koala en un árbol.

Ni siquiera quiero decirle que estoy despierto porque se siente muy bien debajo de mí. Pero, debería moverme. Ni siquiera sé cuánto tiempo he estado asfixiándolo. Probablemente me quiera fuera de su cama, fuera de su vida.

Dios. Gruño, y Jin se remueve bajo mi cuerpo.

—Estás despierto —dice en voz baja, sus ojos parpadean rápidamente mientras sus pupilas se dilatan.

Su cuerpo delgado se encoge y se estira debajo de mí y me doy cuenta de que tengo la polla medio dura contra su cadera. Oh, alguien máteme ahora.

—Lo siento, hombre —gruño, alejándome de él.

Estoy desnudo como el día que nací. Y de repente me siento muy avergonzado por eso. No me había sentido apenado cuando todo comenzó, pero era más que seguro que ahora sí lo estaba.

—Está bien, Jungkook—dice Jin, tirando de su camisa.

Ha estado sudando a través de la tela, probablemente por mi culpa al estarlo asfixiando hasta la muerte. Me han dicho que soy como un calentador humano.

—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —pregunto, pasándome una mano por mi ahora muy barbudo rostro.

—Tres días.

—Mierda.

—Tus amigos y familiares estaban preocupados por ti.

—Entonces, ¿eso no lo aluciné?

—No, te estaban enviando mensajes de texto y parecían preocupados, así que les respondí. Y luego se aparecieron por aquí. En masa. Espero que no estés molesto.

—No. No me molesta, no había forma de detenerlos de cualquier forma —murmuro—. Gracias, hombre.

—No hay problema—Dice, empujándose y saltando fuera de la cama sin tocarme. Probablemente esté cansado de mí, en general.

No lo culpo.

—Probablemente quieras recuperar tu cama, ¿eh?

Se encoge de hombros y luego me mira a través de sus espesas pestañas.

—Renuncié a ello hace unos tres días, cuando fue obvio que no te irías.

Cierro los ojos y bufo.

—Puedo ponerme un poco pegajoso, tengo problemas de apego.

—Está bien.

Levanto los brazos y me olisqueo a mí mismo.

—Mierda, apesto... no puedo creer que me dejaras dormir contigo así, necesito una ducha.

Jin me mira, pero no dice nada. Solo se chupa los labios entre los dientes y juega con las sabanas de mi cama.

Compañeros de CuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora