CAPITULO 10

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Nunca regresamos al dormitorio. Me quedo dormido contra Jin, mi cuerpo desnudo extendido sobre el suyo completamente vestido. Así es como Nam y Tae me encuentran a la mañana siguiente.

Entran como un torbellino. La puerta golpea contra la pared y los dos nos despertamos sobresaltados.

—Oh, mierda —dice Nam mientras que Tae se tapa los ojos con una mano.

—Podría haber pasado toda mi vida sin ver esto —agrega Luke.

Ambos empiezan a reírse y yo los miro con el ceño fruncido, sin intentar cubrirme. Si no hubieran entrado como pendejos, no estarían mirando mi trasero desnudo.

—Ya váyanse —me quejo, y se alejan un poco, dándonos un poco de privacidad.

—No, manejamos todo el camino hasta aquí. Y te enviamos un mensaje de texto.

—Ugh —me quejo y entierro mi rostro en el cuello de Jin, mientras que sus manos se deslizan por mi cabello. Así no es como quería pasar mi mañana, dando vueltas con mi par de primos tontos. Tenía otras cosas en mente. Tuve sueños al respecto, de hecho. Con detalle explícito—. Ambos son unos idiotas multiplicados por diez, ¿por qué no simplemente se van?—Ellos parpadean hacia mí, y yo murmuro—. Ugh, de acuerdo. Dennos treinta minutos y nos deben un café y el desayuno.

Aceptan y desaparecen por la puerta del apartamento. Puedo oírlos corriendo por las escaleras. Presionándome contra Jin, suelto un murmullo: —Te dije que cambiaras las cerraduras, pero no me creíste. Esto es tu culpa.

—¿De verdad crees que estar encerrados impediría que aparecieran? Lo más probable es que simplemente golpearan la puerta hasta que tuviéramos que abrirles.

Muerdo su cuello y luego giro mis caderas.

—Bueno, tienes razón, pero todavía estoy molesto.

—Vamos a ducharnos y vestirnos antes de que regresen.

—No quiero —digo y muevo mis caderas de nuevo.

Jin se ríe, y luego su mano propina un azote sobre mi trasero. Siento mis mejillas arder mientras lo miro.

—¿De verdad? —pregunto, el escozor en mi trasero no hace nada para ayudar a disminuir mi deseo por él. Solo lo intensifica. Golpea mi trasero de nuevo, y mis ojos se abren como platos—. ¡Solo estás haciendo que empeore!

Muevo mis caderas hacia él de nuevo, y Jin arquea una ceja. —Podemos trabajar con eso.

Me golpea el trasero de nuevo, y esta vez me duele como un hijo de puta.

—Maldita sea, tú y esas manos —digo, alejándome de él, frotando mi dolorido culo—. ¿Y qué quieres decir con que podemos trabajar con eso? ¿Eso qué significa?

Jin se levanta y mira mi trasero enrojecido, luego se encamina hasta el dormitorio sin decir ni una palabra. Yo, por supuesto, lo sigo porque ahora tengo curiosidad. Y ni siquiera animales salvajes podrían mantenerme alejado.

—¿Me lo vas a explicar? —pregunto, cruzando los brazos sobre mi pecho y observo cómo Jin recoge su ropa y la coloca encima de la cómoda.

Se vuelve hacia mí y dice: —Deberías ducharte antes de que regresen.

—Tú y tus duchas. ¿Qué pasa si quiero oler a sexo por el resto del día? ¿Eso te daría asco?—Le pregunto con una sonrisa.

Sus mejillas se sonrojan un poco, y luego pone los ojos en blanco.

—Bien, tú lo pediste, Jungkook. Sobre la cama, levanta el culo.

Arqueo una ceja, pero hago lo que dice porque ¿por qué no lo haría? Soy curioso. Y estoy caliente.

Compañeros de CuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora