EXTRA: LUNA DE MIEL

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—Entonces, ¿esto es lo que querías hacer para nuestra luna de miel?—Jin resopla, mirando alrededor del campamento con el ceño fruncido. Hay grandes pinos que brotan del suelo a nuestro alrededor, y si entrecierro los ojos, puedo ver una de las muchas rutas de senderismo a la distancia.

—Así es, cariño—digo, agarrando la tienda de campaña de la parte trasera de mi Jeep y colocándola en el suelo—. En caso de que lo hayas olvidado, ahora somos pobres. Además, es bueno que salgas de tu zona de confort con más frecuencia.

Jin me mira con recelo.

—Esto está muy lejos de eso, me encuentro en un continente completamente diferente.

Me río de eso, agarro las manijas de la refrigeradora y la saco de la parte de atrás colocándola junto a la tienda. Los músculos de mis brazos se tensan y flexionan mientras lo hago, y capto la forma en que Jin me mira.

Joder, claro que lo hace. Quiere un poco de esto.

—Sé que no es una yurta, pero será divertido. El clima es perfecto. Y mira, ahí están los baños con duchas reales. Elegí este lugar solo para ti.

Jin golpea la punta de sus dedos contra el muslo, mirando sobre su hombro hacia el edificio de ladrillo en la distancia.

—¿Hay osos? —Pregunta

—No —Resoplo—. Pero, tal vez haya coyotes.

—Oh, Jesús.

No puedo evitarlo. Es malditamente tentador. Me muevo hacia él, presionando mis manos contra su pecho y atrayéndolo hacia mí.

—Deja de ser tan jodidamente raro al respecto, nos la vamos a pasar en bomba.

Presiono mis labios contra los suyos, deslizando mi lengua dentro de su boca. Sabe tan malditamente bien. Podría ganarme la vida besándolo. Incluso trabajaría en ello por menos del salario mínimo.

Jin se pone ligeramente rígido contra mi cuerpo, y luego me agarra del cabello, inclinándome la cabeza de la forma en que él quiere. Presiona todo su cuerpo contra el mío, una mano deslizándose por mi camisa, y haciéndome encender. Mi pene se endurece y él se arquea contra mí.

Se aleja unos segundos más tarde, y mi boca persigue la suya, desesperado por más. Pero como el provocador que es, simplemente da un paso hacia atrás mirándome.

Se aclara la garganta. —No deberíamos distraernos. Necesitamos preparar todo antes de que oscurezca.

Me acomodo en mis pantalones y suspiro. —Bien, bien. Y hablando en plural, te refieres a mí solo ¿verdad? ¿Sabes cómo montar una tienda de campaña? Probablemente hayas hecho que un mayordomo lo haga por ti.

Jin cruza los brazos sobre el pecho y quiero atraerlo hacia mí, sentarme en su regazo y besar ese ceño fruncido.

—Nunca tuvimos un mayordomo. Puedo aprender si me enseñas.

Lo miro de reojo y luego me encojo de hombros. —Está bien, esposo mío. Te enseñaré, pero por ahora, ¿por qué no despliegas esta silla?

Le entrego una silla de camping de lona y Jin la agarra.

—¿Por qué solo trajiste una?

—Como si tuvieras que preguntar —sonrío.

Jin me devuelve la sonrisa y hace lo que le digo antes de ambos nos movamos para armar la tienda de campaña. La compré solo para esta ocasión. La tienda que había planeado usar había sido destruida por Tae. Ni siquiera me molesté en preguntarle cómo lo había hecho.

Jin sigue mis instrucciones, resoplando de frustración cuando las cosas no salen como deberían. Me río de placer mientras se pasa una mano por el pelo y frunce el ceño.

Compañeros de CuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora