SEOKJIN
Necesito salir de aquí.
—El sol ya casi se ocultó, ¿Por qué no te relajas aquí dentro y yo voy a echar un mejor vistazo afuera? Miraré dónde estamos exactamente.
La neblina que llenaba de lujuria los ojos de Jungkook, se aclara de repente, y trepa hacia mí, casi arrastrándose sobre mi regazo.
—Espera, creo que debería quedarme contigo. Ya sabes, por si acaso.
—¿Por si acaso qué?
—Osos. Lobos. Búhos, posiblemente. Nunca se sabe como será con esos pequeños hijos de puta espeluznantes. Pueden girar la cabeza completamente, como si estuvieran poseídos. Es obvio que son obra de Satanás —Está balbuceando, extiendo la mano y toco suavemente un lado de su cara. Sus palabras se detienen y él solo parpadea hacia mí.
—Oye, estaré bien. No iré muy lejos.
—Me sentiría mejor si pudiera ir contigo. No quiero estar solo aquí, sin ti. No me dejes solo, Jin. Por favor —La forma en que esa última palabra está mezclada con desesperación, me hace asentir con la cabeza.
—Está bien, bueno, entonces tendremos que abrigarte porque te vas a congelar ahí afuera solo usando eso —digo y me estiro y agarro nuestras bolsas de lona y las abro—. ¿Tienes algo más para poner que ropa para unas vacaciones en Hawai?
—Um, sí. Quizás. No sé.
—¿Tienes un gorro? ¿Guantes? ¿Una chaqueta de verdad?
Jungkook se encoge de hombros.
—No necesitamos esas cosas donde vivimos. No empaqué para sobrevivir.
—Jesús, Kook—digo.
Estoy hurgando en su ropa, que parece totalmente inapropiada para unas vacaciones de invierno en las montañas, cuando mi mano toca algo duro.
—¿Es enserio? —Pregunto con las cejas levantadas mientras sostengo un gran consolador rojo—. No traes sombreros, ni guantes, pero ¿esto sí?
Jungkook se arrastra hacia mí con la mejilla abultada por la paleta. Me quita la gran polla de silicona de la mano.
—Oh Dios mío. Lex. Voy a matarlo. Lo asesinaré. Lo cortaré en pedazos y los tiraré por el inodoro.
—No tienes que culpar a Lex por esto —le digo con una sonrisa, y Jungkook me mira con el ceño fruncido.
—Quiero decir, es mío, pero no lo empaqué. Lex lo coló para hacerse el divertido. El muy pendejo.
Jungkook lo sostiene detrás de su espalda y mira a todos lados menos a mí mientras que yo busco en mi bolsa de lona, una extraña risa se escapa de mi boca por lo mortificado que se ve. Maldita sea, que lindo es.
Finalmente, saco un gorro y un par de guantes adicionales y se los entrego a Jungkook, quien se está deslizando furtivamente hacia su propia bolsa.
Me encuentro con su mirada y sus mejillas se sonrojan. —Puedo verte tan claro como el día. Hay literalmente pocos centímetros entre nosotros. Adelante. Guárdalo. No te molestaré por eso... No mucho.
Jungkook resopla. —Cierra tus ojos. No necesito que lo mires otra vez. Ya es bastante malo que lo hayas visto la primera vez.
Ladeo la cabeza y luego dejo que mis párpados se cerraran lentamente.
Unos segundos después, dice: —Ya puedes abrirlos.
Mis ojos se abren y veo a Jungkook frunciéndome el ceño, empujando mi gorro sobre su cabeza. Mechones de cabello sobresalen en ángulos extraños debajo de él y sonrío mientras estiro la mano y tiro el gorro tejido sobre sus orejas. Agarro una bufanda y la envuelvo holgadamente alrededor de su cuello, y luego -no puedo evitarlo porque se ve tan acogedor y lindo-, paso mi pulgar por su mandíbula.
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Tal y como Eres
RandomTercer libro de esta saga, esta es la historia de Emery y August de la adaptacion Apuesta Temeraria. Adaptada al Kookjin, contiene versatilidad Pareja Principal: Jungkook y Jin