Capitulo 11

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JUNGKOOK

—¿Ese era él? —Pregunta Lex con una sonrisa. Su cabello plateado está peinado hacia arriba en un faux-hawk y está usando pantalones negros, una camiseta de banda de color púrpura brillante y botas de combate. Una de sus manos está cruzada casualmente sobre el volante mientras que se inclina hacia mí. Se mete el piercing de aro en su labio dentro de la boca y alza las cejas—. Sí era él, ¿verdad? ¿El escurridizo hermanastro? Lo reconozco de la cafetería. Dios, ese hombre tiene un gran gusto para las bebidas.

Imbécil. No puede simplemente dejarlo estar, piensa que porque es mi único tipo de amigo entonces puede entrometerse.

—Entiendo por qué te has estado masturbando más a menudo. El tipo está caliente. También entiendo porqué lloras justo después, yo lo haría igual. Es muy deprimente haber tenido eso y ahora... —Se sopla en la palma de la mano y frunce el ceño.

—Cállate —murmuro, mis mejillas se sonrojan de color carmesí—. Preferiría no hablar de él.

—No, quiero decir, en serio. Deberían estudiarte. ¿Cómo es que has estado con ese tipo durante un año y todavía no se la has mamado? Camina como si la tuviera enorme.

Me muerdo la uña y miro a mi mejor amigo porque sí, la polla de Jin es casi perfecta. Pero no quiero oír a Lex hablando de eso. O incluso pensando en ello. No es suyo. Es mío. O algo así. Lo fue como por un minuto.

—¿Podrías ocuparte de tus propios asuntos por una vez en tu vida?

—¿Cómo se supone que debo hacer eso cuando ese hombre existe en la Tierra? Es como —Lex se inclina hacia atrás y gime.

Lo fulmino con la mirada.

—Y también parece tan agradable. Maldita sea. Incluso te dio el suéter que tenía puesto, de forma literal, te lo metió como si fuera una abuela de ochenta años. Hizo que mi amargado corazón latiera un poco más rápido. Me hace volver a creer en la humanidad.

—Así es él. No puede evitarlo. Nació así.

Lex arquea una ceja y luego me da un golpecito en el brazo. —Lo que tú digas, Jin. Sólo recuerda que me lo dijiste todo la semana pasada cuando estabas borracho. Estabas llorando y dijiste que tenías sentimientos...

Resoplo y me alejo de él, sacando un paquete de Sour Punch Straws de una bolsa en el suelo. Me duele el estómago, pero solo quiero comer algo que refleje mi estado de ánimo actual. Mi nivel de azúcar en la sangre también ha estado por las nubes últimamente. Solo han sido los últimos días que he logrado tenerla bajo control.

Lex extiende su mano. —Dame los verdes. Me debes una ya que traje tu triste trasero hasta acá.

Le entrego a Lex dos verdes y se los mete los dos en la boca. —Dios, son tan condenadamente bueno.

Arranco uno con los dientes y luego inclino la cabeza hacia atrás mientras mastico.—Entonces, ¿cuál es el plan para esta noche? ¿Llorar sobre almohadas? ¿Una sesión mutua de pajas en la cocina?

—Diablos, no.

—Ah, entonces tienes algunos estándares. Bien por ti. Yo tengo planes de todos modos. Y son más divertidos que pasar el rato contigo mientras estás deprimido y escuchas Radiohead en bucle. Maldita sea, esa mierda es deprimente.

—¿Planes? ¿Con quién?

—Algunas ancianas en la casa de retiro. Me han adoptado. Estoy pensando en llevar uno de sus apellidos como un "j-dete" gigante a mi donante de esperma. ¿Qué opinas?

Lo miro fijamente y me sonríe. —Vamos, no seas celoso. Puedo invitarte en algún momento y todos podríamos pasar el rato. Esta semana le enseñaré los videojuegos. Es jodidamente gracioso. Realmente no has vivido nada hasta que ves a una bisabuela de noventa años jugar a Grand Theft Auto.

Tal y como EresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora