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Han pasado algunas semanas desde que llegue aquí.
Y ya hemos tenido problemas.
Y con las clases o con los chicos, más bien con Britany, amigo, qué chica tan insoportable y tal vez sea porque este día no estoy de humor para lidiar con ella, pero en serio, es muy intensa.
De verdad es insoportable
Apenas bajamos del tren empezamos con los problemas. Primero porque ella tenía mucho frío a tal punto que, cito: "moriré de hipotermia".
-Ni siquiera ha entrado la primavera.- Dije cansada de escucharla quejarse.
-¿Por qué ustedes no tienen frío?
-Porque todos escuchamos cuando el profesor Mateo dijo que lleváramos chaqueta.- respondí.- más bien, advirtió, sí, esa es la palabra, advirtió que lleváramos chaqueta.
-Eh, estás de muy mal humor.- se detuvo.-¿Será porque tu príncipe no se despidió de ti?
Pestañeo un par de veces y yo luche, juro que luche por mantenerme tranquila y no quebrarle una costilla. Por ese motivo la ignoré y seguí caminando junto a Ben.
-Ay preciosa, no te molestes.- Imito y me giré sobre mi eje mientras la miraba sería.
Di dos pequeños pasos hacia ella y hablé calmada.
-Mira, no me agradas del todo y por lo visto yo a ti tampoco, entonces te pido que cooperes, si no te acuerdas, te hago el favor, vamos a convivir más de dos años y juro por Dios que si sigues así te partiré cada pequeño hueso que une tus costillas.
-Diana.- llamo el profesor.
Me giré respirando para calmarme, no estaba bien amenazar a la gente así, y menos si yo no era ese tipo de persona.
Yo era mejor que eso.
Unos minutos después subimos a un taxi mientras Mateo iba hablando y explicando cada regla que teníamos.
-Vendré a ver como están los principios de mes y al terminar, mejor dicho, cada que yo quiera llegaré y sin avisar.- Dijo.- ¿Alguna duda?
-Yo.- hablo Drake.- ¿Cómo viviremos?
-Buena pregunta. Cada fin de mes recibirán una caja con comida, suplementos, etcétera, por eso les voy a pedir que mañana a primera hora me entreguen un correo con las cosas de uso personal que necesitan.
Al llegar a nuestro departamento descubrimos que era bastante grande, por ende el profesor Mateo repartió las habitaciones y lo primero que dijo fue:
-Voy a darles a cada quien una habitación y no quiero ninguna queja.
La verdad es que me conformaría con cualquiera, pero cuando dijo que la mía sería la del final del pasillo me sentí rara.
Este piso era parecido al de los chicos, tenían la distribución del espacio casi igual, solo que nuestro piso tenía dos ventanales y el de ellos unos.
