Epilogo

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Los primeros dos años de nuestro matrimonio, Tom y yo nos encargamos de muchas cosas, entre ellas la empresa y los museos.

Digo museos porque cuando llegue de la luna de miel, la señora Bronw me cito para comer juntas.

Espere que tal vez me daría más trabajo, o me asignaría un viaje.

-Me gustaría retirarme de todo este estrés.- dijo sacando unos papeles de su bolso.- sin embargo, no quiero que por todo lo que he trabajado se pierda.

Lo venderá todo y me quedaré sin trabajo.- pensé.

-Más como sabes, no tengo a nadie a quien dejarle todo.- me miro.- y no veo nadie mejor que tú para hacerlo.

Trate de disimular mi asombro.

-Por años has trabajado conmigo y a pesar de nuestros inconvenientes hemos encontrado la manera de trabajar juntas. Te considero como una hija, me llenó de orgullo ver cuando te casaste y me llenara de orgullo saber que sabrás llevar perfectamente lo que te dejo.

Silencio.

-Está de más decirte que no puedes decir que declinar a mi pequeño obsequio.

Negué con la cabeza.

-Más bien estoy muy agradecida de que pensara en mí.- le dije sonriendo.

-Debo agradecerte a ti por quedarte conmigo todos estos años, ¿Cuántos van? ¿Cuatro? ¿Cinco?

-Casi cinco.- asentí sonriendo.

-Toda una vida.- dijo en broma.- He traído algunos papeles para que los leas mientras programo una cita con un abogado.

Me paso los papeles y los estudié unos minutos, Mateo me había enseñado un poco de las leyes.

Ella esperó paciente a que terminara y se los devolví.

-Te estaré escribiendo.

Asentí y se levantó para salir del local.

Apenas lo hizo, yo también me levanté y fui directo a la empresa de Tom.

Entre y pregunté en la recepción por él.

-Señora Diana.- me dijo la chica.- Usted puede subir sin ningún problema.

-Lo sé, pero me agrada preguntar, así puedo conversar contigo.

Me sonrió y me informo que Tom, si estaba, recién había terminado una reunión importante.

Asentí y caminé hasta el elevador para subir.

Momentos después caminé hasta la puerta de su oficina. 

Quise tocar, pero una discusión me detuvo.

-Señor Tom, le acaban de dar la oportunidad de colaborar con una gran empresa, hemos trabajado en esto durante meses.

-Así es.- le dijo mi esposo a la chica.

-Entonces, ¿Por qué quiere irse a su casa?

-Necesito contárselo a mi esposa.

Sentí mis mejillas calientes, aún no me acostumbraba.

-¿Antes que al resto de la empresa?

Tom no respondió.

-Es ridículo jefe.- le dijo ella.- ¿Si yo no hubiese estado allí, tampoco me enteraría hasta mañana?

-Correcto, y tienes prohibido decirle a alguien más.- hubo una pequeña pausa.- tu colaboración ha sido implacable, eres gran parte del equipo, pero de la que hablamos es mi esposa, ella siempre será la primera en enterarse. Ahora te agradezco que te retires.

Estaciones sin èl.  (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora