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—¿Dices que desapareció cuando intentaste agarrarla?

El joven asintió al responder la pregunta que le hizo la médium.

—Como si fuera un fantasma... Pero se veía tan real. Y ella en realidad vestía ropa, traía una bolsa colgando pero todo desapareció con ella. Todo menos las cosas mías que metió en su bolsa —explicaba, aún asombrado.

Aprovechó el Domingo para ir con una médium que quedaba a unas dos cuadras de su hogar. Si bien, el solía ser muy escéptico con estos temas, pero no era algo que podía contarle a sus colegas de la clínica.

—Ya veo... ¿entonces salió de la nada a decirte que quería un trabajo para cuidar a tu erizo? —levantó su ceja de forma confundida, pero el asintió—. ¿Has sabido si alguien más la haya visto?

—¿Cómo?

—Si. ¿No has notado si ha tenido una interacción con alguien más o que la volteen a ver otras personas?

—Es que... El único lugar en el que hemos estado juntos es en mi casa. Y no hay nadie más. Pero Odi si puede verla.

—¿Odi?

—Mi erizo.

—Oh...

—P-pero... Sé que esto suena demasiado loco. Pero creo que es un fantasma.

—No es loco, Soobin. Literalmente estás hablando con una médium.

—Ah... S-s-sí. Perdóneme —respondió nervioso—. En fin. Yo creo que ella es un fantasma, porque la busqué en Internet. Y resulta que está muerta.

La mujer sólo asentía, tan acostumbrada a escuchar esta clase de casos.

—Ella murió hace cinco años. A mi edad, 22. Falleció mientras daba a luz a su hija. Y eso es todo. Era una publicación vieja de Facebook en la que lamentaban su muerte sus familiares.

—Okay... Creo que se puede tratar de una delusio. Pero capaz la podríamos contactar para que estés más seguro de ello.

—¿Una qué? ¿Contactarla?

—Una delusio es un fantasma, que tiene el poder de desaparecer y aparecer cuando lo desee. Te crea una ilusión de que existe, pero un delusio sólo puede ser visto por alguien que tiene poderes de hacerlo. Y tú eres ese alguien. Estos poderes se heredan de manera generacional... Tu papá o tu mamá, no se cual de ellos sea primogénito, pero se hereda entre estos, tú eres primogénito o hijo único al parecer.

—Si. Soy hijo único, y mi mamá es la mayor de sus hermanos.

—Entonces ella te dio el don.

—S-supongo...

—Vaya —sonrió la señora—... Entonces una mujer joven que murió por una tragedia se presentó ante ti al descubrir tu poder. De seguro estaba buscando tu ayuda. Pero tú la ahuyentaste.

—Lo sé... P-pero... ¿por qué quisiera mi ayuda?

—Podríamos preguntarle. Deja voy por la Ouija.

Soobin quedó helado ante la sugerencia de la mujer. Esta se rió al ver su reacción.

—No es del diablo ni nada siniestro. Es solo para recibir respuesta de ella.

Se levantó, y fue a buscar el tablero hacia su estante, el cual no quedaba muy lejos del sillón en el que se encontraba.

—... Muchos delusios son fantasmas que buscan una segunda oportunidad para redimir sus errores, o para cuidar de alguien, o algo. Se quedan aquí y no tienen un final bueno ni malo.

Regresó a su lugar, y puso en el centro de la pequeña mesa entre ellos el trablero. Tomó el oráculo.

—Necesito que pongas tus manos, por favor. Con las mías.

El pelinegro asintió. Las colocó en el oráculo junto con las de la mujer.

—¿Cómo se llama? —preguntó ella al chico.

—Choi Yewon.

—Okay.

Dirigió su atención nuevamente al tablero. Entonces cerró los ojos, e hizo la primera pregunta.

—Choi Yewon, ¿estás con nosotros?

Por un momento el pensó que esto era un maldito engaño. El oráculo se dirigió a la respuesta "Sí".

—Usted lo jaló.

—¿Acaso me estás acusando de mentirosa? —le dió una palmada en su mano, la cual hizo que él soltara un quejido del dolor. Le raspó sus dedos ante la cantidad de anillos que traía.

—Perdón. Tiene que entenderme. Yo no creía en estas cosas hasta que Yewon llegó a mi casa.

Ella suspiró, y decidió continuar con el interrogatorio.

—Yewon, ¿qué quieres de Soobin?

El oráculo ahora fue rumbo a las letras: A-Y-U-D-A-M-I-H-I-J-A.

—¿Ayuda... mi hija? —repitió Soobin.

—Sí —el chico se sobresaltó cuando la chica a quien estaban contactando quedó a lado suyo y le estaba respondiendo.

Él estaba atónito.

—¿Se te apareció? —preguntó la médium, pero él ni siquiera pudo reaccionar.

—Si es que no me odias, déjame explicarte por mi cuenta que hago aquí...

Soobin asintió. Se levantó lentamente de la silla.

—¿Cuánto es? Ya tengo que irme.

Sacó la billetera del bolsillo de su pantalón.

Lo más extraño fue cuando entrelazó el brazo con el suyo. El no podía asimilarlo aún. Se sentía como verdaderamente un brazo de carne y hueso. Sentía su fuerza, su respiración.

take care • soobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora