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—No es necesario, Soobin —dijo Yewon, al ver que el muchacho preparaba comida para dos en la cocina. Ella estaba de pie, detrás de la barra, viéndolo fijamente.

—Déjame invitarte, se ve que no has comido últimamente y quiero darte-

—Soy un fantasma, pendejo. Los fantasmas no comen —respondió a carcajadas.

Él mismo se rió también.

—Yewon... Déjame ser cordial contigo. Mientras me dices el porque has estado robando mis cosas.

Ella se acercó hacia donde él estaba, en la estufa hirviendo unas papas.

—¿Podrías digerir la comida de alguna manera? Para hacer la ilusión de que te la estas comiendo.

—Si puedo Soobin, pero es mejor que la guardes. Se desperdiciaría y no pienso "comérmela" por un capricho tuyo... A veces los ricos son tan mensos.

—Solo dime porqué estás aquí, deja de atacarme por cualquier cosita.

Ella rodó los ojos.

—Bien —se estrecruzó de brazos—. Descubrí que podías verme desde que estaba en la calle, buscando justamente quien era capaz de hacerlo. Chocaba a propósito con las personas y les decía "perdón" y solamente tú pudiste sentirme y decirme "discúlpame a mi"... Así que te seguí, me volví invisible porque tengo el control de cuando ser y no serlo. Supe que buscabas una niñera para tu erizo y por eso solicité el empleo. Te habías olvidado que era la misma chica con quien chocaste en la calle. Necesitaba dinero. Pero me desesperé y comencé a robarte para empeñar cosas tuyas con un hombre que tiene este mismo don y no lo sabe... Perdóname Soobin. Lo hice por mi hija.

—¿Qué pasó con tu hija?

—Yo morí cuando ella nació.

Soobin la miró, algo triste de escucharlo desde sus propias palabras. Se quedó atento.

—Cuando me embaracé, fue por un muchacho que mis padres decían que era muy malo para mi. Era parte de una pandilla. Él y yo éramos novios. Yo antes era bailarina de ballet. A él le gusta vernos en nuestras presentaciones. Tenía una obsesión conmigo, porque aún cuando no nos conocíamos él me enviaba flores al camerino. Era mi admirador secreto que un día conocí y caí enamorada de él... Era muy ingenua porque confundía su obsesión con el amor, así que de inmediato nos fuimos a vivir juntos, en un cuartucho abandonado. Me prometió que me daría todo y así le creí... El tomaba un montón, y se drogaba. Que me indujo a ello, y cuando quedé embarazada... No paré. Y me arrepiento de ello, porque pude arriesgar la vida de Minji. Pedí que el Universo me diera otra oportunidad, para cuidar a Minji desde lejos. Lo qué pasa con los niños antes de cumplir los 5 años, es que ellos también tienen poderes de ver espíritus, así que estoy aprovechando esta pequeña etapa de vida de Minji... Pero en un mes, ella cumplirá los 5 años. Nadie en mi familia tiene los poderes que tú tienes, entonces me será imposible seguir teniendo contacto con ella.

El muchacho se deprimió más. Pero sintió la mano de Yewon correr por su mejilla, acariciándola suavemente.

—De verdad discúlpame Soobin, se que nada justifica mis acciones. En verdad, no era la manera. Me aproveché de tí y no lo merecías.

—Mira, creo que fue mejor que usaras ese dinero para tu hija, que para algo malo... ¿Ahora qué está haciendo ella? ¿Dónde está?

—Está en la casa de su abuela —rodó sus ojos, y para esto, soltó al muchacho—. Ni sé porqué la llamo así, ella no se encarga de la niña como debería... Esa señora viuda la trata horrible. La tiene en muy malas condiciones. Y no hablo sólo del lugar en el que vive, sino que la trata como si fuera su sirvienta. Soobin, ¡tiene 4 años! Y esa niña ya aprendió a prender la estufa y prepararle huevos y sopa, a servirle el café, masajearle los pies, barrer y trapear la casa... Y esa mujer bien puede levantar su maldito culo y hacerlo —habló con rabia—. La hace caminar sola por las calles, inclusive de noche para ir por algo de despensa. Y yo no puedo permitir que ella tenga la custodia de mi niña por más tiempo. Ya me harté. Y si quieres saber qué pasó con su padre, se encuentra en la cárcel. Él intentó cuidarla los primeros dos años, pero su estilo de vida no cambió. Inclusive empeoró.

—Disculpa que te interrumpa, pero en sí ¿cómo la estás ayudando? ¿Acaso hablas con tu propia hija?

—Como te mencioné, todos los niños antes de cumplir los 5 años tienen interacciones con fantasmas que sí pueden ver. Comúnmente se le conocen como "amigos imaginarios". Para su corta edad, Minji aprendió cosas nuevas que una niña a su edad no le debería de preocupar. Como lo es ahorrar dinero. Le enseñé a depositar dinero a una cuenta bancaria mía que tenía y por suerte no han desactivado. Todos los días le doy dinero para transporte, porque odio que ella se vaya caminando 3 kilómetros sola a la escuela, y materiales escolares... Hice que aprendiera a comprar y administrar dinero, y también a esconder sus cosas para que no se las confisque su abuela. Minji no sabe que yo soy un fantasma. Si me ve como una persona viva, y eso ha generado un problema en su escuela porque ya todos saben que estoy muerta, y a veces a ella se le sale que me ve y habla conmigo. Pero tampoco puedo esperar que sea discreta. ¡Tiene 4 años!... Ella no sabe que estoy muerta, sólo le dije que no le diga nada a su abuela, y si me pregunta porque, le tengo que decir que se enoja si no le aviso que vine a la casa. Y que siempre se me olvida pedirle permiso.

Un fantasma no podía llorar. Pero Soobin podía notar en el tono de su voz lo preocupada que estaba.

—¿Qué pasa si ella cumple 5 años?

—Me iré para siempre de su vida... Pensará que la abandoné.

Ella lo miró atentamente. Descubrió algo: sus deseos de llorar no podían ser cumplidos por sus características fisiológicas, pero podía transmitirle ese sentimiento a Soobin, así que él estaba llorando por ella.

—¡Lo siento Soobin! —él sollozó fuertemente. Su rostro se tornó rojo. Parecía un bebé enorme. Pero claro, la manera en la que muchos hombres lloraban era más sutil. Cuando Yewon seguía viva, ella lloraba como lo estaba haciendo él— Intenta consolarme a mí, de esa manera tú dejarás de llorar.

Él asintió, con sus ojos cerrados del ardor que sentía en ellos, la tomó en sus brazos. Sobó su espalda, puso la cabeza de Yewon sobre su hombro, y con la yema de sus dedos acariciaba su cabello.

—Te ayudaré. Lo que sea que quieras hacer, cuenta conmigo —le dijo. Respiró profundamente, y las lágrimas se fueron tranquilizando—. Sólo dime... ¿Qué quieres hacer?

take care • soobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora