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2 semanas después.

"¿En qué trabajará Soobin para tener tanto dinero? Ningún chico de su edad gana tanto como para contratar una niñera a su erizo" Pensó Yewon.

Ya estaba por regresar a la casa del muchacho. Este le pidió que lo llevara al veterinario a su consulta del mes.

Lo cierto es que ella no lo llevó. Sólo lo dejó correr libre por el parque y después lo volvió a meter en la jaula. Además de que fue a casa de Minji para dejarle el dinero que el joven Soobin le había dado.

Subió las escaleras de los condominios, con Odi en manos. Notó que se encontraba el dueño dentro de su casa porque vió su auto estacionado.

Entró a la casa, y lo vió a él esperándola.

—Yewon... ¿Has visto de casualidad mi reloj? Es un Montblanc... Cuesta mucho, y... Recuerdo que la última vez que lo ví fue en mi mesita de noche hoy en la mañana.

"Aquí viene otra vez a quejarse el riquillo por sus objetos perdidos" pensó. Lo cierto es que ella lo tomó, lo empeñó con una persona en Daegu tenía el mismo don del muchacho y le entregó ese dinero a Minji.

—No, ni idea —respondió ella.

—No quiero pensar mal de tí, pero soy el único que vive aquí —habló seriamente y fue acercándose a ella—. Yo no estoy aquí más que en la noche. Tú te quedas aquí todo el día y me dijiste que nunca has metido a nadie aquí.

—¿Qué insinuas de mí? ¿Qué soy una ladrona? —cruzó sus brazos y frunció su ceño.

Él suspiró. Tomó el erizo y le dió la espalda.

—¿Qué te dijo el Dr. de Odi?

—Que está muy sano. Sólo hay que seguirle dando más libertad de correr por la casa para que no se frustre.

Él llevó a Odi a la jaula en su habitación. Luego, regresó hacia donde se encontraba la chica. Se puso frente a la castaña, agachó su cabeza para encontrarse con la mirada de ella.

—Quiero que seas sincero conmigo... ¿Has visto mi reloj? ¿Y mi cartera de piel? ¡¿y mi tarjeta de crédito?! —se desesperó, y levantó su voz. Tomó con sus dedos su flequillo y se lo hizo hacia atrás.

—¡Que no! Me levantas la voz y te juro que te denuncio, es abuso laboral, hijo de tu codiciosa madre —caminó hacia él en un modo amenazante, apuntándolo. Él respondió retrocediendo. Por más diminuta que sea en comparación a su altura, le daba miedo si la veía enojada.

—¿Qué te pasa? ¿Cómo te atreves a insultar a mi madre de esa manera? Deja de actuar que sabes todo sobre mi, pero no es verdad.

—Es obvio que te escapaste de tu mansión para vivir tu humilde vida, porque te crees un salvador renunciando a tus bienes materiales, pero ahora estás llorando por tu reloj de casi un billón de Wones. Eres demasiado patético.

El pelinegro frunció el ceño, preguntándose como a la chica que le solicitó un empleo lo estaba insultando frente a ella, y como es que lo estaba permitiendo.

—Déjame ver tu bolsa —dijo, señalando al color café que tenía ella colgada en su hombro.

—¿Para?

—Sólo es para checar... No tienes porqué ponerte a la defensiva.

—¡Claro que me pongo a la defensiva! ¡Me estás queriendo acusar de ser una ladrona!

—Si no fueras una ladrona ni te negarías a que revise tu bolsa. Y espero entiendas que si dudo de tí es porque eres la única persona aquí. En verdad me estoy desesperando —frunció su ceño—. Sólo hazlo y ya... Te dejo en paz.

Ella dió otro paso más hacia enfrente, mirándolo profundamente a los ojos. Si había algo en lo que el joven pudiera caer desapercibido del poder de delusio de Yewon, era en su vengativa mirada.

Pero antes de que ella pudiera hacer algo, él jaló su bolsa de su hombro.

Fue la sensación más extraña para él, sintió que su mano sólo atravesaba el aire. Pero lo más tétrico sucedió después, cuando de repente se había esfumado la castaña.

El reloj, la cartera y la tarjeta cayeron al piso, pero ella desapareció por completo ante sus ojos. Él soltó un grito.

—¡Ah pero que mierda! —exclamó, asustado, completamente aturdido. Su corazón se aceleró. Puso su mano sobre su pecho para sentir como este bombeaba a un ritmo mucho más rápido.

Dió pasos hacia atrás, comenzó a llorar de la nada. Llegó hasta la pared, y se deslizó sobre esta, haciéndose cada vez más pequeño.

Tenía un miedo profundo, algo que no sentía desde hace mucho. Desde su niñez en realidad, cuando tenía pesadillas tan horribles y desgarradoras que lo hacían mojar su cama. 

take care • soobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora