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Soobin había pedido a su jefe irse dos horas antes del trabajo. Tal vez aceptar ser el nuevo papá de Minji lo llevaría a hacer cosas que no se imaginó que le tocaría hacer a sus 22 años. Estaba acompañando a la niña a su primer clase de ballet.

"Dile a la instructora que es mi hija, que sus abuelos maternos se quedaron con la custodia y tú eres su tío, lo bueno es que tenemos el mismo apellido." le había dicho Yewon a Soobin antes de llegar al estudio. Soobin entregó los papeles de la niña, pagó su inscripción así que oficialmente quedó inscrita a la clase de ballet donde su mamá una vez tomó clases.

Yewon tampoco faltó. Y sería quien la acompañaría todos los días. Los dos hablaron, y Soobin se comprometió a llevarla, y regresar a la clínica. Después pasaría por ella porque justo la clase terminaba treinta minutos después en la que él salía. Aunque esta por ser la primer clase, tenía que quedarse forzosamente.

Fue hacia el sillón donde habían varias mamás, saludando a cada una. Todas se le quedaron viendo, unas un poco más admiradas que otras ante el joven y atractivo muchacho que inocentemente iba a sentarse. Ellas se movieron para hacerle un espacio, y el terminó en el medio.

—Gracias —dijo sonriéndole a cada una. Yewon, que estaba detrás de él, rodó los ojos y se cruzó de brazos.

La mujer que estaba a la derecha de él, no sobrepasaba los 30. Su cabello era negro y bastante largo, esbelta, demasiado bella, y muy bien arreglada. Ella lo miraba de arriba a abajo. No quería disimular lo atraída que estaba ante él. Pero pobre Soobin, era muy distraído para reconocer que alguien lo estaba deseando. Había sido un problema para él desde su juventud.

—¿Eres padre soltero? —le preguntó a ella— ¿O dónde está la madre de la niña?

—Su madre falleció —respondió—. T no soy su papá, soy su tío —respondió él amablemente.

—Te ves demasiado joven, ¿cuántos años tienes? —ahora le cuestionó la mujer de la izquierda, sin siquiera tener el pudor de pegarse mucho a él. Pelirroja, tal vez ella parecía tener 35 años,

—Tengo 22.

Todas se quedaron boquiabiertas.

—Wow, para ser muy joven, te ves bastante profesional —prosiguió. Era cierto, Soobin iba todos los días al trabajo de manera formal, y acompañando de sus largas extremidades, más galán lo hacía ver entre el resto de mujeres que lo rodeaban.

Especialmente las dos mujeres que estaban pegadas a él, que parecían comérselo con la mirada. Yewon furiosa se sentó agresivamente en las piernas de Soobin, y él no pudo evitar escapar un "¡Auch!" ante el poco cuidado que tuvo ella.

—¿Te duele algo? —la primera mujer toma su brazo.

Él negó con su cabeza, y a su vez Yewon la arremedaba.

—Si quieres puedo acompañarte a que tomes aire fresco, te noto un poco... ¿rojo?

Era cierto aquello, el rostro del chico estaba rojo, sus labios apretados para no expulsar ningún quejido de dolor, porque Yewon estaba pellizcando sus hombros. Lo que quería, era que se levantara y se alejara de ahí.

—Quiero que te levantes, no soporto que estas mamás te estén observando como si fueras el único trozo de pastel —lo miró, y a Soobin lo que más le asustó fue ver sus ojos. Se habían vuelto rojos, y sus cejas estaban fruncidos.

Suspiró, y se puso de pie.

—No, está bien —respondió.

Y a partir de ahí, se alejó un poco de ellas, quienes, comenzaron a murmurar al respecto.

—¿Por qué estás de mal humor? —Yewon preguntó a Soobin, mientras que él lavaba su plato de comida.

Si bien, Soobin disimuló aquel sentimiento cuando estuvo la niña con él, y escuchando lo feliz que hablaba en el recorrido de regreso a casa, con la fantasma era con quien no estaba del todo feliz.

—¿Cómo quieres que esté? ¡Te aprovechas de ser transparente para el resto y haces cosas terribles! No eres una niña pequeña como para torturarme, eso fue... Fue demasiado tóxico de tu parte. Por eso estoy de mal humor.

Al terminar de lavar, puso el plato sobre el área de secado, y estuvo por retirarse, hasta que Yewon lo jala del brazo.

—Perdón —arrepentida, ella lo miró.

—¿Cómo quieres que me sienta alrededor tuyo? No somos nada... Y aún si lo fuéramos, sigue estando mal. Si algo te molesta sólo dímelo pero no quiero que me vuelvas a hacer una rabieta de ese estilo... Si vamos a salir juntos, más vale que establezcamos límites. Actúa como lo que eres, un fantasma. Y déjame a mi ser.

—Bien —se puso frente a él—, lo sé. Estuvo muy mal. Si estuviera viva no lo hubiera hecho así, es sólo que... No me gustó que se te quedaran viendo. Me dió celos, es todo...

—Tienes que aprender a controlar tus impulsos... Y creo que ese es uno de tus con's, nadie más puede verte, y lo que deseas lo terminas haciendo... Sé que no eres mala, pero... no lo hagas más. Sé más consciente de lo que desees.

—Lo prometo —acarició su brazo, y lo siguió viendo con la mirada más suplicante.

—Sé lo importante que es que veas a Minji en ballet, pero... Si esto continúa sería mejor que no vayas. Aunque se que no puedo obligarte a nada. Pero por lo menos hazlo por ella. Parece inofensivo lo que me hiciste, pero estas cosas pueden escalar si no lo tratamos antes.

—Esta bien —asintió—. Lo tomaré en cuenta para no volver a hacer eso.

Yewon le dió un beso en su nariz, y salió para ir a ver a su hija.

Esa misma noche, Yewon apareció en la habitación de Soobin.

Sabía que tenia dificultad al dormir. Lo cierto es que estaba un poco intranquilo luego de la manera en la que le habló a ella. "¿Y si fui muy duro?" se preguntó.

—No Soobin, está bien —se acostó a su lado—. Tienes razón en lo que dijiste.

Ambos se voltean a ver, y él toma su mejilla.

—Te perdono —se acercó a ella y la besó. Cerró sus ojos, pasó su brazo desocupado alrededor de la cintura de ella.

Sin embargo él cayó cansado. Mediante el beso, Yewon le transmitió el sentimiento de sueño que necesitaba para dormir. Se recostó mejor en la almohada, y giró a la mujer para tenerla abrazada como si fuera un peluche. Pasó su otro brazo por alrededor del cuerpo, y recargó su barbilla en el hombro de ella. Se durmió, de tal modo en que quedaron en posición de cuchara. 

take care • soobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora