Mi Tiempo Contigo

𝐍𝐚𝐝𝐢𝐞

Cuando era pequeña me parecía tan cliché hacer cartas.
Y a medida que crecí fui tomándole gusto.

Era lindo escribir poemas, o solo dejar fluir tus pensamientos y plasmarlos en papel.

Creo que mi padre fue la primera persona a quien le escribí una carta.
Mi maestra de quinto grado me pidió escribir algo para la persona más importante de mi vida.

Nunca se la llegué a entregar.

He hecho muchas cartas desde entonces.
Nunca las he entregado.
En realidad no pienso que muchas de las cartas que escribo vayan a ser leídas por las personas a las que van dedicadas.

Las escribía más para desahogarme.
Para estar mejor conmigo misma.
Para perdonar o solo tener un recuerdo de cómo me sentía en ese momento.

Y eso he hecho con éstas últimas.

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La última carta que te escribí te la entregué dos días antes de lo que pasó.
Estabas en una cama de hospital esperando por tu propia muerte.
Podía sentir tu dolor.

Recuerdo que hablaba de como te conocí.
Escribí tantas cosas allí.
Tuve que crear una especie de cuadernillo para que leyeras cada parte.

Te regalé chocolates blancos, fresas y malvaviscos.

Eran tus favoritos.

Recuerdo que me pediste que me acostara contigo esa noche.
Limpiaste mis lagrimas y me pediste que le dijera a tus padres que los amabas, y los extrañabas mucho luego de irte de casa.

Hasta llegaste a decir que estaría mejor sin ti, y que estarías protegiendome desde otra parte.
Que debía seguir con mi vida, pero que te llevara siempre en mi corazón.

La verdad es que nunca podré seguir.
Desde que te conocí lo hacía todo contigo, y ya no puedo recordar como era antes de que entraras en mi vida.

Jamás podría cambiarte o reemplazarte por alguien más.
Jamás estaría mejor sin ti.

Y aunque me duela decirlo, te olvidaré.
No quiero hacerlo.

Soñé contigo anoche.
Eras como un fantasma allí.
No podía distinguir bien tu cara, solo divisaba algunos rasgos.
Pero sentía que eras tú.

Pregunté tu nombre y me dijiste que no eras nadie.

Me salvaste la vida allí.
La salvaste entonces cuando te conocí.
Y aunque no podrás salvarla ahora, quiero que sepas que fuiste lo más importante para mi.

Eres parte de mi.
Y lo serás siempre.

Te recordaré hasta que vacíe la copa.
Y espero verte del otro lado con una sonrisa y los brazos abiertos esperando para abrazarme.

Soy muy joven para morir.
Y tengo miedo de la muerte.
Tengo miedo de que lo que haya después de la vida no sea lo que pienso.

Tengo miedo de perder mis recuerdos.
Y tengo miedo de que me olvides.

Así que recuerdenme siempre.
Si algún día me voy, recuerdenme en mis colores favoritos, en las canciones, artistas, animales que más me gustan.
Recuerdenme en mis dibujos.
Recuerdenme por las cosas que hacía.
Recuerdenme por estas cartas.
Recuerdenme por lo que soy.
Y mantenganme con vida por siempre en su corazón por otros dos siglos más.