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Saqué el celular del bolso, el primer contacto que aparecía al marcar el uno era el de mi esposo.

—Oh, has sacado el celular. Que miedo. ¿A quién vas a llamar? ¿A tu inservible esposo? ¿Cómo no? Él vendría corriendo a salvar a su damisela en apuros, ¿no es así? — rio, tapándose la mitad de la cara.

En el fondo, sabía que él tenía razón y odiaba dársela.

—Márcale y ponlo en altavoz.

Mi esposo, aunque esté en la casa ahora mismo, seguramente no responderá. Además, ni siquiera le avisé que había salido o que vendría aquí.

—Te veo dudosa. ¿Qué esperas? Me gusta que me demuestren lo contrario a lo que digo y me callen la boca. Llámalo. Veamos si responde a tu llamado de auxilio.

Le marqué, pero no lo puse en altavoz. Pese a eso, se oía mientras sonaba. Quizá lo hice para demostrarle que estaba equivocado, porque yo misma quería creer que lo estaba. Solo necesitaba que respondiera la llamada, con eso podría quitarme a ese desgraciado de encima, pero una vez más, cuando más lo necesitaba me falló.

La única voz que oí fue la del buzón, pidiendo que le dejara un mensaje después del tono.

Tensé la mandíbula, mi rostro y mis manos temblaron, pero no solo de miedo, sino de rabia, frustración e impotencia.

—Veamos, ¿a quién llamarás ahora? ¿A tu mamá? ¿Tu papá? ¿Tu suegra? —volvió a reírse.

Ese hombre lo sabía todo. No me explicaba cómo, pero lo sabía, esa risa tan maquiavélica lo dejaba bastante claro.

—Tal vez, ¿la policía? Ellos sí te van a responder rápido y vendrán.

¿La policía? ¿Y en este país se puede contar con ellos? Todos son unos corruptos que se mueven al compás del dinero. Con ese acuerdo que firmé, estoy atada de brazos ahora mismo. Incluso si no existiera ese acuerdo, este hombre nada más con usar su apellido, sus influencias, poder y dinero, es capaz de hundirme sin siquiera darme oportunidad de defenderme.

¿Cómo fui tan estúpida?

Apreté el celular.

¿Cómo creí que una oferta de trabajo como esta iba a ser tan sencilla?

Todo era tan evidente. Una oferta de trabajo con tareas simples, un sueldo demasiado tentador, ser elegida el mismo día, citarme al otro para firmar un “acuerdo” de confidencialidad. Cualquiera con dos ojos en la maldita cara y malicia se hubiera dado cuenta.

—¿En qué piensas? ¿Por qué tan callada?

—¿Por qué me hace esto? ¿Qué le hice?

—Gustarme—respondió sin titubear—. Severo flechazo al corazón que me diste. Ni siquiera he podido dejar de pensar en ti y en esa primera vez que te vi. ¿Es eso lo que llaman amor a primera vista?

Este hombre está desquiciado.

—¿Todo esto por esa estupidez? Usted es un demente.

—No me hagas tantos halagos que me emociono. 

—¿Qué busca? ¿Qué quiere de mí? Hable de una vez.

—¿Qué busco? Que seas mía. ¿Qué quiero? —miró hacia la pared y sonrió—. Muchas cosas, pero creo que lo puedo resumir en dos; que dejes a tu marido y me conviertas en tu esclavo. No es tan difícil y disfrutaríamos plenamente los dos.

Mis ojos se engrandecieron, sin poder creer lo que oía. No solo por el descaro de sus palabras, sino por el tono y la seriedad en que lo dijo, como si estuviera hablando en serio. En estas circunstancias, no sé cómo puedo sorprenderme o dudar de algo que venga de este hombre.

—Tómate el resto del día libre. Espero que mañana me tengas buenas noticias. Soy muy impaciente y me causa mucha ansiedad y estrés la espera. Aun así, seré bueno y flexible contigo y te daré tiempo de pensarlo. ¿Qué te parece?

—No tengo nada que pensar. Jamás haría algo así. 

—¡Estupendo! Imaginé que me castigarías así— se dio la espalda hacia la puerta, insertando el código tan rápido que no pude grabar cuál era—. Te espero mañana a la misma hora en mi oficina. No faltes o pasaré a buscarte directamente a tu casa. No creo que a tu marido le agrade saber que su esposa tiene un amante. Hay que ser cuidadosos los dos de hoy en adelante para que no se enteren de lo nuestro, ¿verdad? —me hizo un guiño y rechiné los dientes.

Salí al tener oportunidad y su mano se aferró a mi brazo.

—Creo que no te lo comenté antes, pero soy muy persistente cuando quiero algo… y muy sucio cuando de conseguirlo se trata.

Me solté de su agarre, alejándome lo más rápido que pude de ahí, solo escuchando su maliciosa risa haciendo eco en ese oscuro pasillo.

El acuerdo (Tercer Libro: PRELUDIO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora