♤ The Gay Divorcee ♤

Capítulo 34 : Joyas

Euphemia no esperaba que Harry les hiciera una visita el día antes del comienzo del primer día de James en Hogwarts. Pero en realidad debería haberlo esperado, Harry claramente se preocupaba profundamente por todos ellos y había algo en él cada vez que hablaba con James. Lo que Euphemia realmente no había visto venir era a Harry caminando por el Flú de la mano de Lord Orion Black. Estaban riéndose. Los dos solo tenían ojos el uno para el otro y estaban en medio de una conversación sobre un perro y un búho. Euphemia cerró su libro y esperó a que se dieran cuenta primero de que habían llegado al pasillo y segundo de que ya no estaban solos. "¡La cara de Sirius!" Orión resopló, inclinándose más hacia el espacio personal de Harry, no es que quedara mucho espacio entre ellos en primer lugar, estaban prácticamente pegados el uno al otro. Ella sintió que su ceja se crispaba.

Harry estalló en carcajadas, envió un escalofrío por la columna de Euphenia, la vista de su amplia sonrisa encantada y el sonido de su cálida risa de pecho. Tiró de su memoria, por un momento vio a Fleamont en la reluciente alegría de Harry. Los genes Potter deben ser tan fuertes, reflexionó.
Fue solo porque no quería arruinar la felicidad de Harry que Euphemia se abstuvo de enviar un hechizo punzante a Orion Black cuando se abalanzó y le metió la lengua en la garganta. Podría haber vivido toda su vida sin ver esa vista. Rápidamente tosió ruidosamente cuando las manos de Orión recorrieron el cuerpo de Harry a lugares muy inapropiados. Observó cómo rompían el beso con un tic y se volvió para ver que estaba en la misma habitación que ellos.

Orión al menos tuvo la decencia de lucir avergonzado, su mano levantada culpablemente para descansar modestamente en la cintura de Harry.

"Harry, es maravilloso verte de regreso", no pudo evitar que la sonrisa de felicidad floreciera para Harry, perdonando instantáneamente a su prima descarriada por su entrada indecente, no es que ella le dejaría saber a Harry en el corto plazo. No le gustaría dar ideas a la joven pareja sobre demostraciones públicas de afecto, preferiría no arriesgarse a ver un abrazo apasionado entre ellos inmortalizado en la portada del Diario El Profeta.

"¡Eufemia!" Harry saludó alegremente, dándole un rápido abrazo a modo de saludo. Su hermosa sonrisa parecía fijada permanentemente en su rostro, le sentaba bien. Orión se elevó ligeramente en su juicio por ser claramente la razón detrás de la nueva sonrisa de Harry. Sin embargo, ella todavía haría sudar al Señor.

"Solo vinimos a ver a los niños antes de mañana", dijo Harry señalando detrás de él a Orión, quien sabiamente no se movía de su lugar junto al Flú. Hombre inteligente. Euphemia le lanzó a Orión una mirada acerada por encima del hombro de Harry y vio al Señor palidecer satisfactoriamente. "Oh, eres un querido Harry", dijo, acariciando su rostro sintiéndose algo maternal. "James estará tan complacido de que hayas pensado en él".

"¿Y también para preguntar si asistirías al Baile de la Cosecha en Castle Black? Solo quiero a alguien más allí aparte de Orion, lo amo, pero me vendría bien tener algunos amigos de mi lado para enfrentar la ira de los Blacks". dijo Harry con tristeza y un poco de súplica ante la perspectiva de ir al Castillo Negro desarmado. Euphemia parpadeó, atrapada en la parte en la que su primo le había declarado su afecto a Lord Black, le lanzó otra mirada a Orion, pero no pareció sorprendido de escuchar las palabras de Harry. Claramente ya lo sabía: la luz se encendió en el anillo que Harry llevaba puesto en el dedo anular de su mano izquierda, mientras se pasaba la mano por el cabello desordenado.

Euphemia se atragantó con su siguiente bocanada de aire jadeando levemente, la piedra negra grabada con la orgullosa letra B era difícil de pasar por alto ahora que la vio. Harry estaba usando el maldito anillo Lordship de Orion Black, el anillo de la familia Black se entregó de primogénito a primogénito desde al menos los años 800. Y Harry Potter lo estaba usando. Un alfarero. Los ancestros negros se revolcaban en sus tumbas, ella lo sabía.