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Rampo nuevamente había dejado a Fukuzawa en manos de Mori Ougai, y se quedó esperando afuera

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Rampo nuevamente había dejado a Fukuzawa en manos de Mori Ougai, y se quedó esperando afuera. Nuevamente, vio a Poe llegar, pero con un paso más lento que el habitual.

—Oh, hola, Poe-san —Saludó Rampo con una sonrisa. Al instante, fue correspondida por este, que parecía tan callado como siempre—. ¿Qué tal andas?

—Bien... —Asiente, sentándose a un lado de Edogawa, con su característica tranquilidad, con su característico monosílabo—. ¿Y tú?

Rampo no pareció tan feliz como otros días. Poe pareció notar ello al instante.

—Oh, bueno... —Largó un suspiro, derramándose en su silla—. Un poco aburrido, ya sabes. Noviembre es algo confuso —Miró por la ventana—. Falta poco para que se termine el otoño...

—Oh, es cierto —Afirmó entonces Poe—. En parte, extrañaré esas hojas de arce caer por la ventana... —Dijo con un tono nostálgico. Vio de soslayo cómo Rampo asintió ante ello, estando de acuerdo entonces con lo que había dicho.

—¿No sales a verlas ya? —Pregunta entonces, volteando a verlo.

—Oh, sí, de vez en cuando... —Dice, volviendo a verse efímeramente nervioso.

—Ese mapache sigue posicionándose ahí —Dice entonces, viendo cómo Poe pareció asombrarse—. Esa misma banca de siempre.

—¿Oh, l-lo haz visto...?

—Claro, siempre me roba dulces —Dice frunciendo el ceño, viendo cómo Poe sonreía con diversión—. No pienso darle lo que es mío. Que se busque el suyo.

—Eso hace, ¿no?

—¡Pero que no lo haga conmigo! —Exclamó con irritación, viendo cómo Poe ladeaba su cabeza, atento a él—. ¡Es mío, yo lo compré! 

—Karl debe de estar hambriento todo el tiempo... —Murmuró pensativo entonces.

Rampo lo quedó mirando, pronunciando luego:—Domesticaste a un mapache.

—Sí —Dice entonces, quedándose callado luego.

Rampo lo observó por unos segundos. Prolongados segundos llenos de severidad en las miradas cruzadas de ambos. Inevitablemente, Edgar se estaba sintiendo nervioso al respecto, viendo cómo Rampo parecía sacar algo de él.

¿Qué será? 

—No debes de llevar más de dos años con ese mapache, ¿no?

—Oh, claro- Hey —Dijo entonces, interrumpiéndose a sí mismo, con el ceño fruncido al japonés.

Rampo suspiró, con una mirada orgullosa pero cansina—. No me puedes ocultar nada —Y entonces, se acomodó las gafas, mirándolo con una sonrisa—. Las deducciones son mi fuerte. Ese mapache era joven y tú no llevas más de cuatro años en Japón. El traslado de una mascota, tal como los mapaches, es muy compleja debido a temas de adaptación del animal y que a este lo dejen pasar por un avión directamente. No merece mucho la pena. ¿Me equivoco?

September to October - RampoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora