September to October - Rampoe

08

Era lluvioso.

Rampo sabía una cosa: firmó su sentencia a muerte luego de apenas conocer a Edgar Allan Poe, porque él era un chico cuya enfermedad no tenía cura, y desde que dedujo de ello lo supo. Nunca fue un ignorante, nunca fue ingenuo: siempre supo cómo terminarían las cosas. Y eso, también aplicaba para Poe.

Poe tampoco era ingenuo, ni ignorante. Desde el primer momento supo de todo ello y se tuvo que hacer cargo de ello.

❝—No parece ser muy cercano a su familia, así que hasta ahora, ha estado solo en esto.❞

¿Tu familia dónde ha estado todo este tiempo...?

Sonaba ciertamente dolido cuando la pregunta surgió desde su mente. Como si fuera propio, pues hizo ese problema como suyo, llegando a retumbar como si fuera él quien debía sentir lo que Edgar debía sentir realmente.

—Mi familia... —Murmuró, despertando de su mente a Rampo, quien voltea rápidamente a él—, podría odiarme...

Rampo frunció su ceño, acomodándose para verlo mejor. Prestaba atención completa a esa mirada tras ese flequillo, que de un acto impulsivo, Rampo remueve para volver a ver esos ojos violáceos que vio la última vez. Ahí seguían, sorprendidos ante la repentina acción, intrigados ante la reacción, y cansados de seguir abiertos.

Poe miró la ventana, y Rampo se quiso tragar incontables veces las razones.

Pero... no podía...

—¿Querían que fueras arquitecto...? —Murmuró, recordando e hilando puntos de conversaciones y observaciones pasadas—. Seguir con la tradición, de poner la cantidad suficiente en sus bolsillos...

Poe sonrió, desviando su vista hacia Rampo ahora. Ese chico oji-verde tras sus gafas, parecía seguir maquinando ideas en su mente, deduciendo supuestos.

—Dedúcelo... —Jugó Poe.

Rampo lo miró de soslayo, pero esa máscara divertida sobre ese cansancio en su rostro parecían intrigados ante el japonés.

Negó.

—Supongo que está bien así...

Poe negó entonces, palpando con delicadeza la mano de Rampo.

—Dedúceme...

Rampo pareció pensarlo, no obstante, suspiró. Se acomodó mejor y pareció pensar en unos cuantos segundos.

—Tus padres son millonarios. Tienen terrenos hechos por ellos mismos, costean todo lo que este contenga para quien decida comprarlo... —Comenzó, de forma involuntaria quedándose en un corto silencio donde escuchaba el murmuro afirmativo o negativo de Poe. Entonces, proseguía—. Supongo que por una especie de tradición, tú debiste haber heredado todo ello y seguir con las negociaciones... —La respuesta afirmativa de Poe fue suave—. Pero por más que intentases haber estudiado y seguido con ello, tú escribías mucho. La pasión era mucho más grande y las herramientas para continuar y navegar por ese mundo escrito terminaban cesando. Tus padres querían que fueras algo que no eres y se terminaron peleando...