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—Gracias por llevarme, señor Poe

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—Gracias por llevarme, señor Poe...

—No hay de qué, chico.

La seriedad era palpable. Llevaban un buen rato en silencio luego de ese corto y casi fallido intercambio de palabras, con una verdadera sensación de insomnio que los ha mantenido en constante ajetreo por tratar de conciliar sus sueños.

Rampo odiaba ello.

Cada sueño era de Poe, cada realidad era de Poe. Era volverlo a ver todas las veces que faltasen y Edogawa se volvía loco con solo tener imágenes del pálido chico atacando su calma. Era sentir que desfallecía en la agonía e impaciencia, donde su única forma de levantarse era por medio de la idea de saber que Edgar estaba aún ahí, en ese mundo, respirando, con sus cansinos ojos viendo nebulosas en las nubes e infestaciones de estrellas en su techo. De pasar a ver oscuridad en su alrededor, de ver seres oscuros que parecían darle todos los días y sin falta la invitación para que, en algún momento, sus ojos se vayan a cerrar por completo y se duerma.

La frívola y desolada muerte.

Pero Edgar no sufriría, porque Rampo cargaría con el dolor luego.

❝—Derrama tu pena en mí.❞

Rampo seguía mirando hacia adelante, en completo silencio, en su completa perdición.

—Yo... —Empezó el hombre a su lado. Pareció ser que Edogawa no lo escuchó, o eso pensó el adulto. Carraspeó, viendo esos ojos esmeralda viajar a él con intriga, pero muerte en su expresión—. Poe me dijo... muchas cosas de ti...

—¿Ah, sí...? —Murmuró, volviendo su vista al frente—. Hay algo que le llamó la atención, entonces. ¿No?

Lo atrapó justo.

El adulto abruptamente calló, por un par de segundos eternos.

—Sí, bueno... —Pareció morir su voz, pero la volvió a sacar a flote—. Entendí que... él te aprecia mucho...

—Lo sé... —Murmuró, mirándolo ladino.

El hombre suspiró, en un semáforo en rojo. Sacó algo de su bolsillo de su pantalón y se lo dio a Edogawa, quien lo miró con atención.

El cuaderno.

Era el cuaderno de Edgar.

—No me dejó leer nada, pero me dijo que te lo diera —Dijo finalmente. Rampo tragó duro, manteniendo ese semblante serio—. Dijo que se arrepentía de haberte conocido en esas circunstancias, que rezaba por encontrarte en otras alguna vez...

Rampo se mordió internamente la mejilla, fuertemente. Con sumo sigilo abrió un poco de ese cuaderno, encontrando una hoja en inglés.

❝Los cuervos son merodeadores del mundo. Gratitud es la que tengo, porque buscan lo que creen suyo, sabiendo que encuentran lo que nunca será realmente de ellos.❞

September to October - RampoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora