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𝐏𝐎𝐕. 𝐔𝐓𝐑𝐀'𝐍𝐀𝐓𝐈
⠀MIRÉ AL NA'VI MORDER EL INTERIOR DE SUS MEJILLAS, solté un suspiro pesado y cerré los ojos, mientras ocultaba mi rostro entre mis piernas.
─── ¿Te irás? ───lo oí preguntar
─── Eso escuché. ───respondí
─── ¿Sabes a dónde?
Negué con la cabeza.
─── Entonces, es muy poco probable que vuelva a verte. ───murmuró, esta vez asentí─── En ese caso, me gustaría decirte algo.
Miré a Tarsem a los ojos, esperando a que hablara. Era dos años mayor que yo, con solo mirarlo podía sentir mi alma entera caer ante sus encantos.
Tenía una linda personalidad. Era muy amable y paciente, nunca mostraba cariño si no estábamos a solas.
Llevaba gustándome un año entero, antes lo veía como un amigo, uno muy cercano. Pero cuando Lo'ak hizo un comentario sobre mi amistad con Tarsem, me hizo dudar de mis sentimientos, luego me di cuenta de que realmente me gustaba.
Lo ví pasar sus dedos por su antebrazo izquierdo, solía hacer eso cuando estaba nervioso.
Nos conocíamos desde siempre, prácticamente crecimos juntos, así que lo conocía tan bien como la palma de mi mano.
Tarsem apretó sus puños, soltó un suspiro y se acercó más a mi. Teniéndolo tan cerca podía ver brillar todos sus lunares bioluminiscentes, sus ojos amarillos brillaron y murmuró una frase.
Aquella frase que había estado esperando durante mucho tiempo.
─── Oel ngati kameie, Utra'nati.
El famoso y hermoso "Te veo" fue lo que me hizo sonreír. Su voz gruesa pronunciando cada palabra se clavó en mi corazón, en el buen sentido.
Puse una de mis manos en su mejilla y reí un poco. Las ramas del Árbol de las Almas se mecían con la leve brisa que movía nuestro cabello, Tarsem pasó sus manos por mi cintura y me acercó aún más a él, acercando mi rostro al suyo.
─── Tarsem, te veo... ───murmuré justo antes de que nuestros labios se unieran en una suave y tierna danza
"La hija mayor del Olo'eyktan y el aprendiz de Olo'eyktan estaban besándose debajo del Árbol de las Almas y era algo que ambos habían estado soñando todo ese tiempo".
Papá consideraba a Tarsem un muchacho sabio y fuerte a pesar de su corta edad. Confiaba en él.
Lo miré a los ojos una vez nuestros labios se separaron, nos manteníamos cerca, abrazados, con las frentes juntas.
Sonreí con tristeza, iba a extrañarlo mucho.
La oscuridad de la noche era pesada, pero Pandora era, como Max decía, "una hermosa antorcha bioluminiscente", así que la falta de luz era lo que menos nos preocupaba.
