El primer paso. {EDITADO}

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MARCOS.

Siento cómo el sudor se acumula en mis manos mientras lleno el formulario de inscripción para Gran Hermano. Siempre fui un chico bastante reservado, no me gustaba llamar la atención ni estar en el centro de la escena. Pero mi hermana, Valentina, que siempre ha sido más extrovertida que yo, me convenció para que lo intentara. "Es una experiencia única", me dijo. "Te va a cambiar la vida".

Finalmente, después de pensarlo un tiempo, cedí a su insistencia y me anoté en el casting. Aunque no tenía muchas expectativas de quedar seleccionado, me preparé para la entrevista. Me compré ropa nueva, arreglé mi cabello y practiqué mi presentación frente al espejo. No quería dar una mala impresión.

Recuerdo que esa noche previa al casting, apenas logré conciliar el sueño. Pensaba en todas las posibles preguntas que me podrían hacer y cómo responderlas de la mejor manera. ¿Qué iba a decir si me preguntaban por mi vida? ¿Cómo describiría mi personalidad en pocas palabras?

Incluso practiqué mis expresiones faciales frente al espejo, para asegurarme de que no luciera demasiado nervioso o incómodo. A pesar de todo mi esfuerzo, seguía sintiendo un nudo en mi estómago que no se disipaba.

La mañana del casting, mi hermana me llamó para darme ánimos. Me decía que tenía que ser yo mismo y mostrar mis cualidades. "Eres un chico divertido y simpático, van a adorarte", me decía mientras sonreía. Sus palabras me dieron un poco de confianza, pero aun así, el nerviosismo seguía presente.

Cuando llegue al lugar, me encontré con un montón de gente haciendo fila. Algunos parecían ansiosos, otros nerviosos, y otros simplemente estaban charlando con sus amigos. Yo me quedé un poco apartado, observando todo a mi alrededor. No sabía muy bien cómo acercarme a los demás, así que me mantuve en mi zona de confort.

A medida que pasaba el tiempo, mi nerviosismo iba aumentando. Cada vez que escuchaba a alguien salir de la sala de casting, sentía un escalofrío por la espalda. ¿Cómo les habría ido? ¿Y si eran mejores que yo? ¿Y si yo no era lo que estaban buscando?

Finalmente llegó mi turno de entrar a la sala de casting. Me senté frente a los entrevistadores, tratando de controlar mi nerviosismo. Me hicieron una serie de preguntas sobre mí, mi personalidad y mi vida. Traté de responder lo más honestamente posible, aunque sentía que no estaba dando lo mejor de mí.

Los entrevistadores me miraron fijamente mientras tomaban notas de mis respuestas. Uno de ellos me preguntó: "¿Cómo te describirías a ti mismo en tres palabras?".

Traté de pensar rápidamente y respondí: "Soy tranquilo, amigable y honesto".

El otro entrevistador asintió y me preguntó: "¿Por qué te gustaría participar en Gran Hermano?".

Respondí: "Quiero salir de mi zona de confort y enfrentar nuevos desafíos. Además, creo que sería una gran oportunidad para conocer gente nueva y aprender de ellos".

Los entrevistadores tomaron algunas notas más y me agradecieron por venir. Me levanté de mi silla, sintiéndome un poco aliviado de que todo hubiera terminado.

"¡Mucha suerte!", me dijeron mientras salía.

Cuando salí de la sala, no sabía qué pensar. No había sido una experiencia desagradable, pero tampoco sentía que había sido mi mejor entrevista. Había algunas preguntas en las que me había trabado, y otras en las que sentía que no había logrado expresar bien lo que quería decir.

Decidí no pensar demasiado en el asunto y seguir con mi vida normal. Supuse que ya había hecho todo lo que estaba en mis manos, y que ahora solo quedaba esperar a ver si recibía una llamada. Nunca imaginé que lo que sucedió a continuación cambiaría mi vida para siempre.

Recuerdo que cuando recibí la llamada de la producción de Gran Hermano, estaba en casa de mi madre. Mi hermana, que viva en Francia, me había estado apoyando durante todo el proceso y esperaba conmigo ansiosa. Juntos a la distancia, habíamos estado refrescando una y otra vez la página de mi correo electrónico en busca de alguna noticia.

Yo estaba nervioso y ansioso, pero trataba de mantener la calma para no decepcionar a mi hermana, quien había estado muy entusiasmada con la idea de que yo participara en el programa. Cuando sonó el teléfono, mi corazón latió tan fuerte que casi pensé que iba a salirse del pecho. Contesté, y del otro lado de la línea escuché una voz que me informó que había sido seleccionado para participar en el programa.

"No puedo creerlo", dije, sorprendido.

"¡Felicitaciones, Marcos!", exclamó la voz del otro lado de la línea. "Estamos muy emocionados de tenerte en el programa. Será una experiencia inolvidable".

En ese momento, no pude contener mi emoción y grité de alegría. Mi hermana también se emocionó muchísimo cuando la llame. 

"¡Lo lograste, hermano!", gritó. "Estoy tan orgullosa de ti".

"No puedo esperar para empezar", respondí, emocionado.

Después de colgar el teléfono, comencé a pensar en lo que significaba esta oportunidad. ¿Cómo iba a manejar la exposición pública que implicaba estar en un reality show? ¿Cómo iba a lidiar con los desafíos que seguramente vendrían? Y lo más importante, ¿cómo iba a seguir siendo fiel a mí mismo mientras estaba en la casa?

A pesar de todas estas dudas, decidí aceptar la oferta. Sabía que sería una experiencia única y que me enfrentaría a situaciones nuevas y desafiantes. Decidí dar lo mejor de mí y ver qué pasaba, confiando en que podía hacer frente a cualquier cosa que se me presentara.

SIEMPRE HAY UN AMOR. | MARCOS Y JULIETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora