Richard se había sentado encima de una mesa, era alta, porque podía balancear sus piernas a gusto, sin tener que preocuparse por ensuciar sus zapatos nuevos. Sus pupilas estudiaron los movimientos de las personas en la cocina, todas estaban trabajando para cumplir con las órdenes de su mejor amigo, y no negaba que estaba empezando a existir un buen olor en el aire, muestra de que los platillos no serían para despreciarlos.
A él no le gustaba mucho comer donde había varias personas, si bien, por la cantidad de sillas y mesas, parecía ser que todos los días una cantidad grande comensales se reunían allí para alimentarse. Debía de ser tedioso, porque se veían comer entre ellos, eso no le gustaba para nada.
Estiró su mano y agarró uno de sus crespos, enrollándolo en su dedo índice, viendo a Dion trabajar. Estaba enfocado en una charla con el jefe de la cocina, debatiendo y organizando el plan de alimentos para toda la manada durante un mes, eso sin lugar a dudas le tomaría mucho tiempo.
Decidió que sería agradable para su bienestar mental ir a dar un paseo, así podía olvidarse de que era humano. Ya había visitado la casa Neusword como gato, pero las perspectivas no se comparaban, había muchos metros de distancia entre su mirada actual y la de antes, y como todos bien sabían, el tamaño sí que importaba.
Se lanzó de la mesa y salió del amplío comedor, yendo por el pasillo, mirando las decoraciones elegantes que había en las paredes, también había pinturas, uno que otro florero con flores artificiales, los ventanales eran grandes, permitían que mucha luz entrase. Richard acortó la distancia entre su cuerpo y la ventana, golpeó con sus dedos, comprobando su teoría.
El cristal era a prueba de balas, resistiría bien en un ataque.
No podía esperar menos de una manada bien formada como la Neusword, esperaba la seguridad fuese igual de increíble. Y, ese parecía ser el caso, había leones blancos y amarillos caminando en la distancia, también había personas hablando, montando guardia, al tiempo que otros trabajaban. Entonces, el joven gato se preguntó por qué patrullaban los hombres león.
No había escuchado que hubiese algún tipo de peligro, pero no escucharlo no significaba que no existiese. Él sentía mucha curiosidad por muchas cosas, era del tipo que desbarataba un reloj para ver lo que tenía dentro.
Continuó merodeando, usando sus sensibles orejas para evitar a las personas, no quería encontrarse con nadie, podía señalar que el motivo era, que no conocía a nadie más allí, podían imaginarlo como un intruso o algo peor, mejor pasar desapercibido.
—¡Es que lo odio! —chilló una voz, sonando como un carro descompuesto.
—Justin, no seas inmaduro, es tonto odiar a alguien que acabas de conocer —se oyó otra voz.
—Para ti es fácil decirlo, Marc, tú estás casado felizmente, los demás esperábamos tener la oportunidad de convertirnos en líderes omegas, mejor dicho, en el líder omega de esta manada —añadió un castaño, quien estaba cruzado de piernas en el piso—, no tienen idea de lo mucho que me obligaron a estudiar mis padres para llegar a la altura, para qué, pues para nada, porque me he quedado sin nada.
—¡Ves! —Justin señaló al otro—, Víctor me da la razón, es que es despreciable.
—Yo no lo odio —corrigió Víctor—, solo pienso que es injusto, nada más.
—Ah, pues yo sí lo odio.
—Lo odias solamente porque te humilló —obvió otro, que estaba sentado en una esquina, limándose las uñas—, tu orgullo tan frágil como el agua recién congelada se rompió por la vergüenza tan monumental que pasaste, lo pillo.
—¡Eso no es gracioso, Gastón!
—No lo he dicho para que sea gracioso, pimpollo, la razón por la que odias al nuevo líder omega es porque te humilló, además, ¿por qué te ofendes tanto? El líder omega no necesariamente ibas a ser tú.
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Efecto Omega
خيال (فانتازيا)El número tres puede ser el favorito de algunos; en definitiva, no es el número favorito de Dion Marakov. Tres veces estuvo casado, tres veces lo abandonaron y, el día tres del mes tres su madre falleció, sin duda, no tiene buenos recuerdos con ese...