El diario de Noa

28 1 3
                                    

He estado yendo a comer al restaurante durante un mes. La misma rutina todos los días, pero vale la pena.

He hablado varias veces con ella. Es muy simpática. Se llama Viviane.

Hasta hoy. Hoy me he sentado en el banco y me he dicho a mí mismo que debo hacer algo.

En pocos minutos sale ella, y esta vez no me puedo quedar sentado. Está a punto de pasar delante de mí y me levanto. Ella se da cuenta y me mira. De pronto se ríe y me saluda.

- Hola - me dice y sigue su camino.

- ¡Espera! - digo corriendo hacia ella - Hola Viviane. Me estaba preguntando si conoces algún buen sitio para visitar. Hace poco que he llegado y aún no he tenido tiempo de ver casi nada.

- Claro, Carlos. Mira, cerca de aquí está el Louvre y un poco más allá tienes el Arco del Triunfo. Tienes que seguir por esta calle y luego ya le preguntas a alguien.

- Pero, ¿y si me pierdo? ¿No puedes acompañarme aunque sea solo un poco? - le suplico.

- Está bien. Mi casa está cerca del Louvre, si quieres vamos juntos hasta allí.

Vamos juntos hacia el Louvre. Mientras caminamos me pregunta por qué estoy en Francia. Yo, amablemente le cuento lo que me ha llevado hasta París. Cuando acabo de contárselo me mira con complicidad, como si entendiera lo que estoy viviendo.

De pronto me encuentro con una gran pirámide de cristal, y tras ella hay un enorme y precioso edificio. Al fin llegamos al Louvre y me doy cuenta de que no ha parado en su casa.

- Viviane, ¿por qué no has parado en tu casa? Ya estamos en el Louvre.

- Pensé que como estabas tan perdido, necesitarías ayuda para visitar el museo.

Y juntos visitamos el museo. Me enseña todos los cuadros, desde el más pequeño al más grande, del más antiguo al más moderno. Parece una guía de verdad.

Cada vez que empieza a contarme la historia de un cuadro me pierdo en sus ojos. Solo puedo pensar en que esté siempre a mi lado.

Mil y una lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora