Capítulo 3 | Oscuridad

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Un fuerte aroma a medicina y químicos le hizo escocer la naríz, trató de moverse pero algo le sujetaba las muñecas hacia atrás al igual que los tobillos que estaban sujetos a la madera de la silla en la que parecía estar sentado. Se removió incómodo, no había forma de soltarse, aquellos nudos estaban muy bien hechos.

Trató de abrir los ojos pero no hubo nada, los tenía cubiertos con una tela negra que le impedía ver si acaso una pizca de luz, la boca por suerte no estaba cubierta dándole la oportunidad de llamar a alguien en busca de ayuda.

-¿Hola? ¿hay alguien?- una estupidez hacer esa pregunta, probablemente estaba su secuestrador ahí con él.

Pero no hubo nada.

Dejó caer la cabeza hacia enfrente con algo de cansancio, no sabía cuánto tiempo había estado amarrado a esa silla pero suponía que un buen rato debió haber sido, los brazos le pinchaban en señal de que estaban entumidos y sentía como sus pantorrillas quemaban debido a la posición.

-¡Alguien ayuda!- gritó una vez, nada.

Eso hasta que los suaves pasos de alguien hicieron eco en el lugar por fuera de la habitación, acercándose cual película de terror.

Era él.

El secuestrador.

La puerta se abrió y el pelinegro automáticamente se tensó, pudo sentir como su corazón se aceleraba al igual que la respiración dejando en completa evidencia que moría del miedo.

-¿Tienes miedo?- la voz tersa de su acompañante lo hizo encogerse en la silla.- Veo que sí, tranquilo aún no voy a hacerte nada.

Aún.

-¿Qué quieres de mi?- dijo con un tono del que no estuvo orgulloso.- Si es sobre lo que mis amigos y yo escuchamos juro que no-

La mano del extraño se colocó sobre su boca, jadeo al limitarse el oxígeno y tembló al sentirlo tan cerca.

-Tus amigos no me importan, Quackity...- una risa acompañó aquella frase erizando los vellos del menor.- El único que me interesa eres tú.

Quiso decir algo pero nada salió. ¿Por qué él? ¿qué había hecho? ¿era acaso una broma?

¿Iba a morir?

Los ojos del azabache se empañaron en lágrimas, no había podido confesarle a Wilbur los sentimientos que tenía hacia él; la cita, los besos... Había sido un buen sueño.
La boca de Quackity fue liberada permitiéndole respirar bien de nuevo, de nada servía luchar pues estaba en desventaja. Solo le quedaba aceptar el destino que le deparaba.

-¿Vas a matarme?

-Aun lo estoy pensando, eres muy guapo y joven como para morir tan pronto.- sintió los dedos del contrario recorrerle el cuello.- A demás, me causas curiosidad. Nunca había visto a nadie saltar de una ventana después de cruzar miradas con un potencial asesino.

-Hubiera preferido no hacerlo.- se mordió el labio inferior después de decir aquello.- Fue un error, no debim... Debí estar aquí.- se corrigió a si mismo al recordar que le molestaba escuchar sobre sus amigos.

-Te diría que me cuentes de ti pero en realidad lo se todo, desde donde viviste hasta a que lugares vas a comer con tus compañeros de excursión.- la risa ronca de el extraño lo hizo encogerse nuevamente.- Incluso se de aquel muchacho de cabellera castaña y su cita en el cine, hubiera preferido otra película.- la mano bajó por la tela sobre el abdomen de Quackity provocando que su estómago se contrajera.

-¿Estuviste observando? eres un pinche enfermo.- se arrepintió de lo que había dicho, era la verdad, pero el miedo hacia lo que pudiese hacerle era mayor.

Anestesia | Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora