Capítulo 7 | Impulso

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Quackity miró extrañado a Luzu, este le había entregado una daga brillante con la que acababa de asesinar a dos hombres. Los cuerpos yacían inertes en el suelo, excepto uno.

Un hombre de complexión fornida y con gesto duro. Se veía bastante molesto al haber sido golpeado por Luzu, aunque fácilmente podía contraatacar.

Estaba esperando algo.

-¿Qué pretendes que haga con esto?- el corazón le latía tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos.

-¿Ves a ese hombre?- se colocó detrás de él sujetandole de los hombros, los dedos hicieron presión en el extremo de estos y un cosquilleo le recorrió el cuerpo. Había estado experimentando sensaciones extrañas cada vez que Luzu estaba cerca o lo tocaba.- Vas a matarlo con esa daga.

Frunció la naríz y negó.- Estás pendejo si crees que voy a matar a alguien.

-Cariño, no tienes opción.- le dio un empujón y salió rápidamente mientras atrancaba la puerta. Quackity miró con pánico hacia la puerta, luego miró al hombre con gesto serio. Una sonrisa se amplío en su rostro, una sonrisa cargada de cinismo.

-L-Luzu, ¿quién chingados es este vato?

-Soy inofensivo.- con agilidad se levantó del suelo, los cinchos que retenian las muñecas de este se abrieron con un crujido a causa de las amplias muñecas del hombre. Había podido escapar fácilmente.- Tu noviecito sabía que podía escapar, pero por alguna razón no me mató.- la sonrisa no se desvanecía y con cada paso que daba hacia Quackity este se tensaba.- Creo que quería ponerte a prueba.

-Pero dijiste que eras inofensivo...

El sonido del micrófono a través del altavoz de la habitación lo hizo dar un saltito en su lugar.- Oh Quacks, olvide decirte que estás frente a uno de los matones más desquiciados del mercado negro y también un potencial violador.

-¿¡Y por qué pinches madres me lo dices hasta ahora cabrón!?- gritó acorralandose a si mismo contra la puerta.- Pues me la vas a pelar, papito.

El hombre sonrió tronando sus dedos, se acercaba a él lentamente, sabía que tenía desventaja al tener un contrincante con un arma blanca y de menor estatura. Probablemente era boxeador.

-Te veo muy confiada princesita.

El tono burlon hizo a Quackity sonreír, este se irguio con seguridad y colocó ambas manos frente a su rostro sin soltar la daga.- No eres el único que sabe pelear aquí.

Había estado entrenando por muchos años Kickboxing, lo suficiente como para saber defenderse de idiotas musculosos como él. Su cabeza hizo click. Todo este tiempo había sabido defenderse y no lo había hecho de Luzu.

Un golpe directo en la mejilla le hizo salir de su shock. Sintió el sabor metálico de la sangre dentro de la boca y escupió al suelo.

Algo se encendió en él.

La misma llama que se había encendido cuando había tenido aquel momento íntimo con Luzu.

-Ahora si ya te cargó la verga.- gruñó con la sangre hirviendo, se avalanzó sin pensarlo pero al mismo tiempo atento a cada movimiento o golpe que le era proporcionado.
Recibió un par de golpes en el cuerpo pero nada tan terrible como el maltrato que había recibido de parte de Luzu.- Nada más me haces cosquillas wey.

-¿De qué hablas niñita?- un golpe se asestó en su mejilla y sintió como con ese mismo le arrancaba un mechón de cabello. Vio al hombre sonreír con el cabello en la palma de la mano, lo llevó a la naríz y olisqueo.

-Que asco, ya presentía que eras un puto enfermito.- miró alrededor de aquel hombre fornido notando detrás de él un cable colgando del techo.
Tenía que tomar altura y alcanzarlo.- Tener el cabello largo no me hace una niña.- murmuró con orgullo, de un movimiento ágil pasó bajo las piernas de este y rasgo con la navaja el tobillo lo suficiente para que se agachara entre alaridos. La sangre salió a borbotones.

Anestesia | Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora