Capítulo 9 | Sucumbir

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Hilos, cientos de estos enredados a su cuerpo como una telaraña tensada en tonos carmesí. Estos estaban desde sus tobillos hasta el cuello manteniéndolo en una incómoda posición, colgaba de la nada, con el rostro caído hacia enfrente y un gran cansancio recorriendole el cuerpo.

Se sentía fuera de sí.

Parpadeo con lentitud, estaba de nuevo en aquel oscuro lugar con la gran diferencia de que ya no había ningún líquido denso. En cambio, su cuerpo estaba pintado en tonos rojos que le cubrían hasta el cuello, como si se hubiese sumergido en un gran cubículo de pintura que después quedó adherido.
Levantó la vista, encontrándose con él mismo; la mano perfectamente limpia le acarició la mejilla, podía ver los mismos lunares que él poseía, se estaba viendo cara a cara.

-Hiciste mal, Alexis.- la voz neutra le hizo helar el cuerpo, sonaba distante, apagado.

-¿Quién eres?

Se arrodilló frente a él.- Soy tu deseo reprimido.- acercó bastante el rostro con una sonrisa formándose a lo largo de su cara.- Tus pecados, lo que más anhelas.

Pero Quackity no terminaba de entender porque se veía a él mismo. ¿Era lo que reprimía? ¿pero a qué se estaba refiriendo?
-Estás loco.

Una risita le ronroneo en el pecho.- Yo soy tú, así que estás loco.- llevó ambas manos al pecho enredado en hilos notando como poco a poco empezaba a adherirse a él, como si estuviese siendo absorbido por su propio cuerpo.- Somos uno, y ya es hora de que me aceptes, Alexis.- le vio morderse la lengua con la suficiente fuerza para que la sangre comenzará a escurrir de sus labios.

-¿Qué haces?- un suspiro aterrado escapó de Quackity cuando su otro yo lo vio desde un poco más arriba.

Las gotas de sangre que escurrían de los labios del otro Quackity caían sobre su rostro aterrado, solo podía mantener la atención fija en los profundos ojos que lo veían con excitación. Estaba emocionado, sabía que algo estaba a punto de cambiar.
-Abre la boca, Alexis.- dijo en una órden, y como si hubiese activado un interruptor abrió la boca de forma automática, en contra de su voluntad.- Eres mejor y más peligroso que ese bastardo.- apegó la frente a la de Quackity dejándole saborear la sangre que goteaba hacia sus labios.- Haz que tenga miedo.

Unió ambas bocas dejándole saborear la sangre densa, podía sentir como el otro Quackity se fundía con él como metal en fuego. El cuerpo le quemaba y sentía que la sangre que entraba por su garganta era lava misma; un sonido ahogado salió de él sediento de más, sabía a gloria. Siguió el beso de su otro yo sintiendose enfermo al no saber porque carajos lo hacía, solo sabía que necesitaba más de aquel sentimiento que empezaba a nublar sus sentidos.

Soy tu deseo reprimido.

Tus pecados.

Lo que más anhelas.

El cuerpo que se fundía con el suyo pronto se volvió borroso, errático, una fuente de estática que parecía estarse fusionando con él. Podía escuchar al otro Quackity en su mente diciéndole que matara, peleara, que hiciera de la vida de Luzu un infierno... O se uniera a él.

Puede darte lo que quieres, sangre.

No quería probar una sola gota de él.

No reprimas tus deseos. Reprimir es malo.

Jadeo con la cabeza hacia enfrente, le escurría sangre de la boca y ya no había rastro de otro Quackity frente a él.- Luzu.

Así es, Luzu.

Anestesia | Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora