Capítulo 8 | Idiota

2.2K 268 97
                                    

Un lugar gigantesco de un negro profundo, no había nada más ahí que agua oscura y espesa que le cubría hasta los tobillos. Podía sentir el cuerpo tenso, dio un paso, pesado, como si una pesa de 50 kilogramos estuviese sobre sus hombros.

Era un sueño, estaba en un sueño.

El cosquilleo en sus piernas le hizo mirar hacia abajo, aquel espeso líquido empezaba a trepar por sus pantorrillas cómo pequeñas venas. Parecían las raíces de un árbol de podredumbre. Se paralizó en su lugar sintiendo como aquello le recorría el cuerpo hasta detenerse en el cuello, como si se sumergiera a una gran piscina, podía sentir la presión en el pecho.

–Sigueme.– la voz tersa de Luzu le llamaba desde algún lugar.

Pero no podía verlo.

–Luzu, ¿dónde estás?

–Sigueme.– repitió.

Y aunque trató de moverse nada sucedió. Estaba atrapado; las ramas líquidas en su cuerpo reanudaron el proceso subiendo hasta su boca, pudo sentir como entraba en ella dándole una sensación de ahogo, sabía a sangre, era sangre. Tosió en busca de oxígeno pero lo único que logró fue ahogarse más. El líquido subió a su naríz limitando su respiración, la sangre comenzaba a llenarle los pulmones causándole un fuerte dolor en el pecho.
Las lágrimas saladas se mezclaron con el líquido que ahora buscaba entrar por sus ojos, lo estaba matando lentamente.

Toma mi mano.

Pero lo único que veía era rojo.

No te resistas.

...

Una sensación extraña le hizo removerse en su lugar, sabía que estaba atado porque las muñecas le molestaban colgadas sobre su cabeza. También sabía que estaba en una cama por la suavidad de las sábanas bajo su piel semidesnuda.

Un escalofrío le hizo apretar las piernas, podía sentir como si algo subiera por sus caderas para bajar de nueva cuenta. Dedos, largos y finos saboreando su piel, disfrutando de ella. Dejó salir un suspiro cuando aquellos dedos le acariciaron el vientre y bajaron hasta el elástico de su ropa interior, sentía la piel caliente.

¿Era un sueño?

Se quejó medio dormido, seguía apretando las piernas ante la sensación extraña.

Estaba cansado, ¿debía seguir durmiendo? sí, debía dormir más.

Un débil jadeo le hizo reaccionar. Estaba en la casa de Luzu. Abrió los ojos de golpe, aturdido por el somnifero que le había administrado pero lo suficientemente consciente para saber que carajos estaba pasando. Los azabaches temerosos se posaron en Luzu que se encontraba sobre él, con los muslos a cada lado de su cuerpo mientras se acariciaba a si mismo la erección, tenía las mejillas rojas y los labios entrabiertos por el placer.

Ah, despertaste.– dijo en un suave gemido mientras seguía meciendo las caderas contra su propia mano.

Quackity no pudo evitar ver el gran pene hinchado, ni pudo ignorar el pre-seminal brillando en la punta. Tragó pesadamente analizando cada parte del cuerpo de Luzu, llevaba pantalones de chandal, estos a la mitad de los glúteos por su reciente acto, el torso bien tonificado brillaba bajo pequeñas gotas de sudor que le escurrían en la oscuridad.

–¿Qué putas haces?– y aunque estaba siendo incitado a chupar el perfecto miembro frente a él aún tenía algo de cordura. No se iba a dejar seducir tan fácil.

Anestesia | Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora