Así estaban las cosas. Una madre desmayada. Los chicos sin aparecer. El plazo de tiempo que había vencido… y el señor Vörg furioso.
Luna no podía creerlo. ¡Los había dejado en el sótano, los había encerrado con llave!... No podían haber desaparecido en el aire… No podía ser.
—Señores –dijo el señor Vörg una vez que la madre de Mar se recuperó– yo tengo algunas determinaciones tomadas y me importa poco si me acompañan en ellas o no. La indecisión nos llevó a esto. Son las doce del mediodía y esos chicos no aparecen. Gracias a Dios, mi hija está acá, pero para que vean que lo que a mí me preocupa es la escuela, y no mi hija… quiero decir, no solo me preocupo por mi hija, voy a hacer la denuncia correspondiente en la comisaría.
—Como usted quiera –dijo secamente la Directora.
—Yo voy con usted –le dijo el padre de Mar
—Pero antes –siguió el señor Vörg, que no se daba por satisfecho–, quiero decirle a usted, frente a esta gente de testigo, que cuando mi hija salga por esa puerta conmigo, como corresponde, no volverá a entrar en esta escuela. Yo tengo muchos contactos y no a va a ser difícil conseguir una vacante a esta altura del año…
—Pero, papá… –protestó Luna.
—De papá se debiera haber acordado antes –le contestó Vörg sin dejarla hablar–. ¡Cuando no cumplió con su deber yéndose con esos chicos y cuando, para encubrirlos, nos mintió a todos!
—Yo no… –empezó Luna otra vez.
—Se calla la boca –la cortó el padre–. No quiero oír una palabra más. Hubiera hablado cuando debía. Es inútil llorar sobre la leche derramada. Vaya a buscar sus cosas, que nos vamos.
Luna salió corriendo hacia el grado, secándose las lágrimas con la mano abierta y pateando el piso con furia. Sabía que su papá iba a cumplir lo que había dicho y que iba a ser peor aún, porque el castigo iba a llegar en su casa. Entró al grado. Todo estaba silencioso. Solo las mochilas sobre las sillas estaban ahí para despedirla. El mapa de Tina abandonado contra el pizarrón.
Caminó hasta su banco. Su mapa, a medio dibujar, estaba todavía ahí, con el marcador azul. En cuatro bancos más habían quedado las cartucheras y las carpetas cerradas. Guardó todo en la mochila. Después agarró el marcador azul y se acercó al banco de Valeria.
Apoyó la fibra sobre la fórmica y vio el puntito resbaloso que dejaba. Lo había hecho muchas veces. Escribió sobre el banco “perdoname”. Después lo escribió en el banco de Simón, en el de Mar y en el de Thiago. Se le borroneó con una lágrima.
Cargó su mochila sobre un hombro y salió. Al pasar por el pizarrón se detuvo nuevamente. Agarró una tiza y escribió con letras gigantes “LOS ODIO A TODOS”. Cerró la puerta de un portazo y se fue a buscar a su papá.Los vio venir por el pasillo. Escuchó la voz de su papá que decía algo sobre el buen ejemplo. Pasó por delante de la biblioteca y ahí se detuvo. Quedó parada frente al vidrio de la puerta con los brazos colgando, la boca abierta y los mocos cayéndole de la nariz.
☆Otro capítulo. Hoy decidí que voy a terminar la historia. Así que Esperen 2 Capítulos más.
●No se si creerle a Luna sobre su perdón ¿ustedes que piensan?
●Cada vez más odio al Señor Vörg
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Ángeles Caidos Del Mapa
FanfictionCuatro adolescentes compañeros de séptimo grado. Un día, aburridos en la clase de Geografía, deciden escaparse y esconderse en el sótano de la escuela, donde transitarán distintas aventuras, momentos de romanticismo, diversión y peleas