Capitulo 9: Decisiones Complicadas

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Luna despertó de su sueño con la música. Le pareció una buena oportunidad para bajar. Con semejante batifondo no iban a escuchar ningún ruido y, a lo mejor, se podía esconder abajo en algún lugar que le permitiera ver
Caminando en cuatro patas para atrás, empezó a bajar la escalera. Las maderas chirriaban, pero la música estaba bastante fuerte y los chicos muy entretenidos. De pronto una telaraña pegajosa se le enredó en el pelo. Luna hizo un gesto brusco con la mano hacia atrás y perdió el equilibrio. Resbaló dos o tres escalones y pudo sostenerse. Se había raspado las rodillas y un codo.

—¡Pará! ¡Pará eso! –lo escuchó gritar a Thiago.

La música paró de golpe.

Luna se quedó inmóvil. Estaba mal apoyada. El pie se le resbalaba por una madera floja. Luna lo levantó con cuidado y trató de apoyar la rodilla en el escalón de más arriba. La madera crujió.

—Me parece que alguien está bajando la escalera –susurró Thiago–. Dame la linterna.

—¿Qué linterna? A mí no me dieron ninguna linterna –le contestó Vale.

—Mejor nos vamos –dijo Mar.

—¡Estás loca! No nos podemos ir ahora. Vení, vamos a escondernos –le contestó Simón arrastrándola de un brazo debajo de unos bancos.

Thiago apagó la luz y fue a unirse a ellos junto con Valeria.
Se quedaron inmóviles, tratando de ver a través de la oscuridad y de las patas de los bancos. Vale encontró una manta y los cubrió a todos con ella. El olor a tierra y humedad les daba ganas de estornudar.
Se escuchaban chirriar los escalones. Mar sollozaba.

—¿Estás llorando? –le preguntó Simón tan bajito que ni Thiago ni Valeria lo escuchaban.

—Es que si mi mamá y mi papá se enteran, me matan.

—No se van a enterar –la consoló Simón sin demasiada convicción.

—Si nos descubren acá abajo, sí –sollozó Mar.

—Si nos descubren acá abajo, les decimos que vos no querías venir, que te trajimos por la fuerza –dijo Simón haciéndose el héroe.

—Pero yo no quiero que te reten a vos –susurró Mar.

—Y yo tampoco quiero que te reten a vos –dijo Simón.

Los dos se agarraron de la mano y se quedaron así, con las manos apretadas, sin mirarse.

Los escalones seguían crujiendo. Valeria sacó la cabeza de abajo de la manta y espió por entre las patas de los bancos.

—Es Luna –dijo tapándose otra vez.

—¡Qué porquería! –dijo Thiago rabioso–. ¿Cómo nos descubrió?

Un ruido fuerte lo interrumpió.

—Se hizo pelota –aclaró Thiago y los otros no pudieron contener una carcajada.

Era cierto. Luna había bajado los tres últimos escalones en tobogán y había aterrizado contra el suelo.

—¿De qué se ríen, estúpidos? –les gritó–. Salgan o subo y le cuento a la Dire que están acá.

Thiago agarró una lata que tenía cerca y se la tiró. La lata no le pegó, pero hizo el ruido suficiente para que Luna saltara del susto.

—¡Ay! Qué graciosos… –se burló.

Thiago agarró la manta y, dejando a sus compañeros al descubierto, se la echó encima y avanzó hacia ella haciéndose el fantasma.
Por supuesto que Luna sabía que era Thiago… o Simón, que ahí no había ningún fantasma… pero esa sombra avanzando en la oscuridad le daba miedo. Hacia atrás tenía la pared y hacia los costados, ¿quién sabía? Pegó un salto hacia Thiago para intentar sacarle la manta, pero le salió mal. Thiago, en un movimiento rápido, pasó la manta de su cabeza a la cabeza de Luna, y la rodeó con los brazos para que no se la pudiera sacar. Los otros vinieron en su ayuda. Luna gritaba con desesperación. Se lo tenía merecido, por metida. ¿Para qué había bajado?

Ángeles Caidos Del MapaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora