D I E C I O C H O

2.1K 173 39
                                    


La luz que entra por la ventana de la habitación hace que despierte. Me cuesta abrir los ojos por la iluminación así que solo me acomodó en la cama para seguir o intentar dormir un rato más, pero recuerdo que no estoy sola y que el que se supone que tiene que estar a mi lado es nada más y nada menos que Daryl Dixon.

Estiro mi brazo hacia el lado donde esta el, y me llevo la sorpresa de que sigue ahí, el calor de su piel desnuda en mi brazo hace que todo mi cuerpo esté en llamas.

Como me gustaría estar encima de él mientras me—

Estupidas hormonas.

Envuelvo mi brazo al rededor de su cintura y apoyo mi cabeza en su pecho. Y sin poder controlarme ya lo estoy mirando como una idiota, cada espacio de su rostro es perfecto, su pelo pegado a los lados de su cara por la transpiración, sus labios cerrados, su mandíbula ligeramente marcada, sus ojos descansado, su abdomen tan perfecto acompañado de sus tatuajes.

Espera.

¿En que momento pase de su cara a su abdomen?

Es tan irresistible.

Controlate, Valeria.

Todo parecía ser el paraíso puro hasta que sus hermosos ojos azules se encuentran con los míos acosandolo. Al instante en que me doy cuenta de cómo estoy corro la vista y me alejo.

— ¿Ahora eres acosadora? — su voz ronca de recien despierto hace que mis hormonas se alboroten aún más. Y es evidente que ya estoy echa un tomate, él al darce cuenta sonríe. — Pero tampoco es que me moleste que estés muy encima.

Le doy con una almohada en el pecho. — Eres un idiota. — un idiota muy lindo por cierto.

— Y tu una acosadora.

— Que yo sepa, mirar no es un delito. — cruzo mis brazos por encima de mi pecho.

— Entonces eres una bruja. — se sienta en la cama y estira sus brazos.

Mi mirada viaja por toda su espalda y por cada cicatriz de ella. Y recuerdo esa vez que nos peleamos por esa razón.

Siento sincera no es que me importe, son solamente cicatrices, marcas en la piel, tampoco es que se acabe el mundo por tenerlas. Pero se que atraves de esas marcas hay una historia, una que le duele mucho, y que por eso se siente tan inseguro con ellas. Pero de alguna forma me siento ¿bien? De que ya no las oculte, que tenga esa confianza, y no se como pero el confío en mi y las dejo ver.

— ¿Bruja? — pregunto antes de que se levante.

Él sin embargo se levanta y me mira con una sonrisa divertida en sus labios. — Mírate a un espejo y entenderás. — y desaparece por la puerta.

Al instante me levanto y busco en la mesa de noche un pequeño espejo que guardo siempre, y definitivamente me veo como una bruja, mis pelos están alborotados y tengo unas ojeras que parecen bolsas negras debajo de mis ojos.

Mierda.

**

— Ey. — llamo su atención. — ¿No crees que nos estamos alejando mucho?

— ¿Quieres encontrar comida o no?

Me quejo pero sigo caminando detrás de él. Estuvimos caminando por horas y ni siquiera se a donde vamos, supuestamente estamos llendo a un lugar donde el siempre consigue comida, pero a estas alturas no debería creerle. Raramente siento que ya estuve por estos lados, supongo que de alguna salida.

Espera.

¿Este no es el camino hacia Alexandria?

— Daryl.

Solo tú (+13) Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora