Es aquello que oigo en mí
La jaula abierta del guacamayo
Furioso, en busca de muerte
O el canto último del cisne
Que, de tanto huir, terminó así
Con la cabeza picoteada
Dime ya cómo sabes de volar
Y por qué te han dado alas a ti
Mientras que a mí me dieron algo
Con un palo en el alma
Hasta sacarme el éter y la sensación
Dejando solo una carta
Que, acaso leyera, elegiría llorar
Antes de volverme a escuchar así
Con las cuerdas vocales desafinadas
De tanto quebrar mi clavija
Y ese clavo que guardo dentro
Hoy se convierte en un legado
Que nunca quise guardar
Nunca pedí ser esta punta de flecha
Pero es lo que mi jugo dictamina
Sin mucha razón
Solo una promesa descorazonada
De alguien que no es
Y sus barrotes curvos
Empujados por algún animal
Que es menos salvaje que mi sed
De sangre, de sangre
Y yo nunca sangré tanto
Como aquella noche
Que pretendió curar mis heridas
Y guardarse el arma femicida
(La cual era un pesticida)
Y de todas estas pestes
¿Sabés cuál fue la peor?...
Haber extrañado que me vieran desnuda
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Por él me suicido
SachbücherNi lo idílico de mi ser ni toda mi ilusión pasarán al olvido.