¿Cómo puedo saber que me siento mal si esto es todo lo que conozco? No fue hasta que mi estado anímico sufrió una mejora generalizada, que logré advertir mi padecimiento pretérito. Mis altibajos anteriores se regulaban entre arrancarme el cabello y sollozar hasta dormirme, sin saber que aquello no debía ser pan de cada día, me conformaba a callarme y levantar la cabeza. Con procesos y tiempo mis momentos más bajos son lo que antaño yo hubiera considerado un buen día, pues no son más que encerrarme en mi habitación a comer golosinas y ver una película o leer. Al ser ese sufrimiento lo único que conocía, se volcó a la cotidianeidad, la cual no fue cuestionada hasta haber charlado mis inconvenientes con gente de mi acérrima confianza.
Algunas de mis situaciones extenuantes anteriores eran: buscar formas en las que los demás evitaran hablarme y, en el proceso, usar pronombres equivocados; reducirme a espacios masculinos en busca de una conversión; tener sueños inéditos donde me visualizaba, a futuro, muerta o como un señor totalmente depresivo; evitar a toda costa espejos que me den una respuesta indecorosa, etcétera. Todas estas inseguridades continúan vigentes aunque mutadas, haciendo combinaciones y potenciándose entre sí, desembocando en nuevas pesadillas intrínsecas o no a mi edad actual. Lo que realmente se nota es la importancia que le doy a estas o qué tanto dejo que ocupen mi espacio.
Como algo lumínico en mí, me aferro a mi ser como un faro que me guía y me mantengo como mi propio ejemplo a seguir en base a experiencias anteriormente enfrentadas. Nadie, y reitero, nadie, jamás podrá hurtar mis ideales siempre en constante cambio. Mis objetivos físicos a futuro rondan en conversiones médicas y enlaces amorosos. Respecto a lo primero, y como he dicho con anterioridad, solía visualizar mi destino como un concepto sencillo: hombre de mediana edad, ya canoso por estrés, apenas con cabello en la cabeza y una barba hasta el piso. Un profesor de filosofía. Nada más, quizá alguna novela sencilla y poemas vacíos y carentes de esencia. Mi nueva visión es más libre: una chica de cabello negruzco, enrulado, con alargada sonrisa y reluciente visón del mundo, llena de libros a su nombre y la más melosa lírica. Deprime un poco comparar esa imágen con el ahora, por lo que no me consumo intentando inhibir mi ilusión.
El amor que tengo planeado es de una manera compleja. Tengo una atracción mayor por toda figura masculina, y soy fanática de aquellos vestidos blancos y largos, largos… Flores, y paz. Quiero que alguien me otorgue un sentimiento pacífico pero inquieto, un constante movimiento por una montaña rusa. Y a veces pienso en lo que es una familia, lo cual es algo que me preocupará en algunos –espero muchos– años, porque el concepto de un hijo con mi nueva forma maternal es… extraño. Nada más que eso, no es grotesco, no es aterrador, es raro, nuevo, desconocido. Con el tiempo aclararé mis ideas y generaré nuevas en este terreno baldío.El concepto de transgénero es el que más se acerca a mi ser. No soy fan de las etiquetas, pero con el fin de que se me entienda mejor es lo más eficaz. Quiero una operación en mi genitalia, desde siempre lo supe, acaso para poder sentir mi cuerpo de una manera más profunda. No es que considere al pene como una muestra enteramente de hombría, al contrario, creo que constituye una idea vacía. Mas soy incapaz de creer que esa parte de mí tiene alguna relación con la feminidad, no porque tener uno te convierta en un hombre, sino porque automáticamente lo rechazo como propio. Conceptos sociales como la feminidad y la masculinidad conviven dentro de nosotros en diversas proporciones y somos quienes definen con qué partes se conforma cada uno, aun pudiendo considerar al maquillaje como algo masculino, por ejemplo. Pero estas percepciones son subjetivas y bajo ningún término deberían ser planteadas como palabras indudables, pues no lo son, que yo no crea en mis partes íntimas como algo femenino no quita que potencialmente lo sean. No en mí, pero en alguien más.
ESTÁS LEYENDO
Por él me suicido
Non-FictionNi lo idílico de mi ser ni toda mi ilusión pasarán al olvido.