Evadir las emociones

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Soy una persona bastante retraída, pero el anhelo de conocerlo era muy fuerte, y además ya era momento de pedir algo para beber.

El alcohol nos hace un poco más sueltos, hacemos y decimos cosas que quizá en estado de sobriedad no nos atrevemos a decir, así que podía ser de buena ayuda; lo que no me imaginaba es que más adelante, el alcohol me iba a traicionar.

—Bueno chicas, en vista de que no se han decidido por que bebida pedir, yo proponga una: ¡Hoy se bebe un Martini!

—¡Pero bueno, bienvenido sea el nuevo semestre! —dijo Melissa en voz alta con una gran sonrisa.

—Vengan aquí, miren allí al fondo, el chico con la chaqueta gris.

—¡Guao! —respondió Grace—. No nos digas que...

—Si, él mismo, ¡hoy será una noche inolvidable!

Sabía que el alcohol puede hacernos sentir menos ansiosos y más relajados, por ello la idea de pedir un martini para beber, tenía que evadir los nervios, el miedo, las emociones que impedían acercarme. Tenía claro el objetivo: acercarme a él y entablar una conversación, pero... ¿Qué le diría? ¿Qué le preguntaría? ¿Qué le interesaría? Nunca había sentido algo así por nadie. Era nueva en el amor y no tenía experiencia. Temía decir algo tonto o aburrido. Temía que me rechazara, que me ignorara o que se riera de mí.

Después de un par de copas me di cuenta de que había llegado el momento, el momento de acercarme a él e intentar al menos saludarle, pero es que por más mareado que te encuentres los nervios no se van del todo.

Mis amigas también bajo los efectos del martini y ansiosas porque me acercara al chico empezaron a animarme.

—Vamos, Kristel, no seas tímida. Él también te mira —me dijo Melissa, la más extrovertida del grupo.

—Sí, tienes que aprovechar esta oportunidad. Quién sabe si mañana se va con otra —añadió Grace, la más coqueta.

—Pero yo no sé qué decirle. ¿Y si me rechaza? —protesté yo, la más insegura.

—No seas negativa. Tú eres muy bonita e inteligente. Además, tienes una ayuda extra —dijo Melissa señalando mi vaso.

Luego de que mis amigas me empujaran una y otra vez, al fin me armé de valor y fui hacia él.

¿Se acuerdan de las sensaciones que genera el amor? Pues todas empezaron a invadir mi cuerpo a medida que me acercaba: el nerviosismo, la adrenalina, ¡todas! Pero yo ya estaba ahí, y era momento de hablarle ¿no?

El alcohol más los nervios hicieron que dijera lo más inesperado que podía haber dicho:

—¿Te gustaría bailar?

Enseguida me sonrojé. ¡¿Qué había hecho?! Eso no estaba previsto. Yo solo quería saludarlo y presentarme.

Definitivamente no podía con la vergüenza. Creo que él se asombró tanto como yo, porque cuando le dije "¿Te gustaría bailar?" reaccionó con una sonrisa muy nerviosa y hasta se sonrojó. No pude más, me di media vuelta y regresé tan pronto con mis amigas.

Ellas me miraron con incredulidad y luego se echaron a reír.

—¡Kristel, eres asombrosa! ¡Le has dejado con la boca abierta! —exclamó Melissa entre risas.

—Sí, pero no sé si para bien o para mal —respondí avergonzada.

—¿Qué fue lo que te dijo? —preguntó Melissa.

—No me dijo nada, solo me sonrió y me regresé avergonzada.

Esa noche fue el primer acercamiento que tuve con el chico con el que me voy a casar; esta vez no era solo mi imaginación, cuando me sonrió comprendí que él era todo lo que había soñado y mucho más, era él el muchacho cuya vida, sueños y amor quiero compartir.

—Creo que lo eché todo a perder. —les dije

—No seas tonta, seguro que le has gustado. Mira cómo te sigue mirando —dijo Grace señalando al chico.

Efectivamente, él seguía mirándome desde el otro lado del bar. Parecía confundido, pero también interesado. Entonces sentí una mezcla de miedo y esperanza. Tal vez no todo estaba perdido. Tal vez esa noche aún podía ser inolvidable...

TORBELLINO DE EMOCIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora