Ciencia ilusionada

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El bar al que acostumbro ir es bastante popular entre los universitarios. Por lo general, mis amigas y yo vamos allí luego de una cansada semana de clases para conversar y salir un poco de la rutina. El ambiente del bar es animado, con música en vivo y el aroma de la comida recién preparada. Lo que no esperaba es que sería este el lugar donde lo miraría por primera vez: el chico que capturó mi atención con su sonrisa radiante.

Fue al volver de vacaciones, en temporada de inicio de un nuevo semestre. Había muchos estudiantes nuevos, esto se evidenciaba también en el bar: nuevas personas, nuevos rostros. Pero fue él quien me hizo suspirar.

No podía apartar la vista de él. Era el chico más guapo que había visto en mi vida. Tenía el cabello negro y rizado, que le caía sobre la frente de forma rebelde. Sus ojos eran de un café cálido, que me transmitían ternura y confianza. Llevaba una camisa azul que resaltaba su figura. Me preguntaba cómo sería su voz, su risa, su aroma.

Me imaginaba acercándome a él y diciéndole lo mucho que me gustaba. Pero me sentía demasiado nerviosa e insegura. ¿Qué pasaría si él me rechazaba? ¿O si ya tenía novia? ¿O si ni siquiera me notaba? Suspiré y me resigné a admirarlo en silencio, esperando que el destino me diera una oportunidad.

Desde aquella noche comencé a frecuentar el bar con más regularidad, siempre con la esperanza de verlo de nuevo. Y cuando lo hacía, mi corazón latía con fuerza y mi mente se llenaba de preguntas. ¿Quién era él? ¿Qué le gustaba? ¿Sería posible que algún día pudiéramos conocernos?

Mis amigas notaron mi interés en él y comenzamos a hablar sobre él. "¿Lo has visto antes?" preguntó una de ellas. "No, pero es tan guapo", respondí.

No podía dejar de pensar en él. Le escribía cartas que no podía entregar: "Probablemente no lo sepas, pero en la noche que te conocí, me robaste el corazón. Deseo que me ames tanto como yo te amo. Entonces verás que estamos destinados el uno para el otro".

¡Esperen, ¿qué está pasando?! En ese momento no te das cuenta, pero los sentimientos que comienzan a surgir solamente fluyen. No te enteras, pero estás comenzando a enamorarte, a ilusionarte. Así es la ciencia del amor, va de manera silenciosa e inesperada. Es el principio de los enamorados.

Cada vez que lo veía no podía esperar a verlo de nuevo. Quería hacerle saber todo mi amor. Aunque no reunía el valor para acercarme a él, sabía que tarde o temprano ese momento ocurriría.

Así pasaron las noches, donde lo veía y no me atrevía a hablarle, el fin de semana volví al bar. Pero esta vez no fui sola. Esta vez iba con mis amigas. Quería que lo conocieran: el chico del que todo este tiempo les había estado hablando.

Era toda la temporada de vacaciones que no las veía. Teníamos tanto de qué hablar ya que, además, como era el inicio de un nuevo semestre teníamos que "inaugurarlo" con unos shots.

Mis amigas reaccionaron con entusiasmo cuando les conté sobre él. "¡Tienes que hablarle!" me dijo una de ellas. "Sí, tienes que intentarlo" agregó otra.

En el bar...

Sabía que esta iba a ser una noche especial: luna llena, noche estrellada y el presentimiento de que algo grande estaba por venir. La música en vivo llenaba el ambiente y el aroma de la comida recién preparada nos hacía agua la boca.

Mientras mis amigas: Grace y Melissa, discutían sobre que bebida pedir, al fondo logré verlo, estaba acompañado de su amigo, era él, estaba tan guapo, llevaba una camisa blanca y una chaqueta gris. Era el más guapo de todos. Me quedé hipnotizada por su sonrisa y su mirada. Sentí que me llamaba sin decir una palabra. ¿Será hoy la noche en la que me le acerque? Efectivamente iba a ser esta noche donde ocurriría todo lo que he estado esperando desde que lo vi por primera vez, solo que no ocurriría de la manera en que yo esperaba...

TORBELLINO DE EMOCIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora