¿Cómo es una cita ideal?

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Cuando Sergio me abrazo, porque me asusté en una escena de la película, me dijo:

—¿Estás nerviosa? —me preguntó él, acercando su boca a mi oído.

—Un poco —admití, sonrojándome—. No soy muy fan de este tipo de películas.

Tranquila, yo estoy aquí para protegerte. —me dijo, sonriendo y abrazándome por los hombros—. Además, no va a pasar nada. Es solo una película.

Me sentí protegida, amada, no pude evitar recostarme en su hombro, sentir su calor, su compañía.

La duración promedio de una película es entre 80 y 120 minutos. Ese fue el tiempo que estuvimos Sergio y yo juntos, abrazados el uno al otro, compartiendo las palomitas de maíz y tomando nuestras manos cada vez que intentábamos agarrar las palomitas al mismo tiempo.

Por supuesto que disfrutaba el momento, pero había una duda que no me dejaba concentrar del todo en la película: ¿Sería todo esto un plan de Sergio para acercarse a mí? Si quizá lo era, yo hubiera preferido que la película sea de romance, quizá así en algún momento de la película nos podríamos besar Sergio y yo, sin embargo, esto de estar abrazados no estaba nada mal.

Cuando la película concluyó y salimos del mall, todos caminábamos por las calles, disfrutando del hermoso atardecer, mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte tiñendo el cielo de hermosos colores, no podía dejar de pensar en lo que había pasado en el cine, en cómo me había sentido protegida y amada en sus brazos.

—¿Te gustó la película? —me preguntó Sergio, interrumpiendo mis pensamientos.

—Sí, estuvo bien —respondí, sonriendo.

—Debo admitir que me gustó más estar contigo —dijo Sergio, sonriendo y tomando mi mano, entrelazando nuestros dedos. Sentí un cosquilleo en el estómago y no pude evitar sonreír.

—A mí también me gustó estar contigo —respondí, mirándolo a los ojos.

Sergio nos llevó a un restaurante cerca del centro comercial. La cena fue deliciosa y la compañía aún mejor. Hablamos de todo un poco y reímos mucho. Me sentía feliz y cómoda con él y mis amigas. Era como si se tratase de nuestra primera cita, aunque no había tenido una antes, sabía que todas las citas no eran así. Pues por lo general, en las primeras citas no van tus amigos.

Las primeras citas son como un salto al vacío, un riesgo que vale la pena correr. Son una mezcla de ilusión y temor, de esperanza y duda. Son un desafío para el corazón, que se abre a la posibilidad de un nuevo amor. Son una prueba para el alma, que se enfrenta a lo desconocido.
Todos buscamos una cita ideal, donde las miradas, los gestos y las palabras, de poco a poco, creen una conexión, y cada segundo con esa persona sea mágico. Y aunque las probabilidades de que una cita sea "ideal" no son muy altas, Sergio y yo si teníamos esa conexión, y nuestra cita ideal pronto iba a darse.

Después de la cena, cuando salimos del restaurante había llegado el momento de despedirnos, cada quien iba a su casa.

—Fue una noche increíble —dijo Melissa, abrazándonos a todos.

—Sí, deberíamos hacerlo más seguido —agregó Grace, sonriendo.

—Definitivamente —dijo Gaed, asintiendo.

Sergio me tomó de la mano y me miró con cariño.

—¿Quieres que te acompañe a tu casa? —me ofreció.

—No hace falta —le dije, sonriendo—. Puedo tomar un taxi.

—¿Segura? —insistió Sergio.

—Sí, segura —afirmé.

TORBELLINO DE EMOCIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora