Los taxis seguían estrellándose contra la pared, la oscuridad hacía que la fiesta fuera más interesante; mirando como colgaban las luces parpadeantes y las bebidas de colores se repartían en los asientos. La música tocaba mis pies y subía hasta mi cerebro obligándome a bailar, tantas miradas perdidas buscando algo que no haya sido robado. Nos encontramos sobre el asiento de un auto que no quisieron conservar, sonriendo y evitando las preguntas que debíamos hacer para no arruinarnos la noche. Tantas risas me hacían creer que las horas eran un invento estúpido, pero no olvido que después de las 10:00 nos besamos tan profundamente que ignoramos nuestro alrededor, sabíamos hacerlo muy bien, escuchando las voces y viendo las caras sorpresivas de nuestros amigos.
Te creí por un segundo cuando me dijiste que sentías algo por mí, no recordaba que habías bebido tanta mierda que no sabías lo que decías. Tantas mentiras me hacían creer que las horas eran un invento estúpido, pero no olvido los besos que nos dimos después de las 12:00, cuando tus labios sabían a uva.
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Los poetas malditos nunca mueren III
PoetryEstaré feliz de que conozcas nuevas y delicadas fases de mi vida, de las que aprendí y de las que intento aprender. Será un largo viaje, no mueras hasta que mi historia haya terminado...
