Capítulo 4

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Mientras recoges y guardas las prendas de tu amigas —y mientras ellas critican junto a los chicos lo paranoica que te has vuelto en apenas unas pocas horas—, un montón de gente de la policía se acerca a las cintas amarillas que hace tiempo te mant...

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Mientras recoges y guardas las prendas de tu amigas —y mientras ellas critican junto a los chicos lo paranoica que te has vuelto en apenas unas pocas horas—, un montón de gente de la policía se acerca a las cintas amarillas que hace tiempo te mantenían alejada del cuerpo de Victoria. Una mujer bajita se pone de puntillas y baja, luego repite el proceso varias veces mientras ve a un joven castaño analizando el cadáver, luego sacando una cinta métrica para ver qué tan lejos se encuentra del cuchillo y de las múltiples manchas de sangre que hay sobre el barro.

—¿Qué tal vas? —pregunta la chica muy a la ligera mientras se inclina hacia adelante, dejando que la piel de sus brazos cruzados toque la cinta amarilla con letras negras: «Escena del crimen».

—Creo que voy a terminar pronto; no hay mucho por analizar aquí, al menos hasta donde he visto. Están el cuchillo, la sangre, el cuerpo, esta marca en el árbol... —empieza a enumerar el perito, también hablando de forma ligera, casi sonriendo, mostrando que, a pesar de no tener tanta experiencia como sus colegas, está igual de acostumbrado a ese trabajo—. ¿Ustedes encontraron los brazos y piernas de la muchachita?

Justo cuando la mujer alza un dedo y empieza a abrir la boca, su compañero decide tomar la palabra, con la voz firme:

—No, pero probablemente hemos hallado... algo parecido —dice, alzando una bolsa negra muy bien atada por otra cinta amarilla, mucho más delgadas que aquellas que delimitan el lugar en el que está el perito.

—¿Qué hay allí? —pregunta el joven, casi sin aliento, por un momento desviando la mirada de la raja en la corteza del árbol.

—Huesos humanos, de brazos y piernas —Vuelve a hablar la mujer, rascándose la piel morena del rostro, de vez en cuando enredándose entre los dedos unos cuantos cabellos negros rizados—. Dos húmeros, dos fémures, las rótulas...

—¿Creen que sean de ella? —pregunta el muchacho, señalando al cadáver con su dedo índice.

—Si no lo son, entonces hubo más de una víctima en este crimen.

El perito permite que recojan el cuerpo más o menos al mismo tiempo que tus amigas y tú terminan el camino hacia el autobús y suben, separándose al ir Valeria y Pamela hacia una fila de asientos mientras que Galia y tú van hacia dos diferentes

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El perito permite que recojan el cuerpo más o menos al mismo tiempo que tus amigas y tú terminan el camino hacia el autobús y suben, separándose al ir Valeria y Pamela hacia una fila de asientos mientras que Galia y tú van hacia dos diferentes.

Punzadas de culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora