Capítulo 9

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No lo sabe, y tú sabes que esa es una confesión realmente fuerte; es justo la confesión que te guardaste todo el tiempo cuando ocurrió lo de Victoria, porque sabías lo que iba a ocurrir: La duda no iba a existir, y tampoco lo haría algún tipo de c...

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No lo sabe, y tú sabes que esa es una confesión realmente fuerte; es justo la confesión que te guardaste todo el tiempo cuando ocurrió lo de Victoria, porque sabías lo que iba a ocurrir: La duda no iba a existir, y tampoco lo haría algún tipo de claroscuro; la gente simplemente te vería como culpable, la duda que dices tener sería solo una forma de ver si alguien en algún punto te considera inocente.

Pero tú sabes que con tu hermano no es así; se nota en sus ojos —¿o solo quieres creerle porque crees que él es como tú?—.

Sacudes la cabeza en un intento de quitarte la duda de la mente; tú le quieres creer, y no dejarás que tus pensamientos te convenzan de lo contrario. Tu hermano no es capaz de hacer eso; sabes que su mente se nubla mucho y a veces es realmente oscura, pero nunca ha tenido la idea de hacerle daño a nadie.

—No lo sabes —repites, sin más palabras. Él asiente.

—No lo sé.

—Pues yo me inclino a que eres inocente —Le dices, y te acercas un poco, sin saber si tocarlo o no. Deseas abrazarlo, tomarle la mano, cualquier cosa que indique al menos un mínimo de apoyo—. Y, si quieres, puedo ayudarte a probarlo.

—¿En serio? —interroga, realmente emocionado; sus ojos se iluminan apenas contempla la posibilidad.

—¡En serio! —respondes en un grito entusiasta, y tu sonrisa se ensancha de inmediato. Tu hermano no termina de sonreír, pero sus labios se curvan levemente; parece demostrar que confía en tí, en que en serio puedes hacer algo por él—. ¿Sabes? Nuestros casos... de hecho tienen muchas cosas en común. Y hablo en serio cuando digo que saber del asesinato de Ramón me hizo darme cuenta de que en realidad no había matado a Victoria como llegué a creer.

Él se voltea, boquiabierto, como si le hubieras revelado el mayor secreto del mundo al decirle que antes te habías sentido como él lo hace, y que lo habías superado con algo tan sencillo como haberte enterado de otro crimen.

Pero él no sabe que tienes razón, que esos crímenes se parecen mucho, que definitivamente los hizo la misma persona, y que esa persona no puede ser él. ¿Por qué sería él? ¿Qué tipo de relación podría tener con Victoria? ¿Podría siquiera haber tenido una relación con ella?

Claro que no podría haberla asesinado, y por ello, no podría haber asesinado a Ramón.

A menos que...

Vuelves a intentar quitarte de la cabeza esa idea; de inmediato sabes que te estás convirtiendo en el tipo de persona que jamás te hubiera ayudado cuando pasabas por lo mismo; el tipo de persona al que hubieras odiando entonces. Respiras profundo para evitar que eso ocurra; prefieres seguir siendo un apoyo para tu hermano.

—¿Cómo? —pregunta él, y entonces recuerdas lo que recién le habías dicho.

—Porque estoy segura de a qué gente conozco y a qué gente no, y yo definitivamente nunca conocí a Ramón; no podía tener nada en contra de él. Y tú no conoces a Victoria, así que no tenías, tienes ni tendrás nada en contra de ella.

—Claro que tenía y tengo algo en contra de ella; te hacía sufrir —escupe, sin pensar en que eso en realidad lo haría quedar mucho peor. O bueno, eso ocurriría si estuviera hablando con alguien que no seas tú, que tratas de entenderlo, que crees que podrías llegar a entenderlo por completo, porque en su momento también perdiste la cabeza, y a él le debe estar pasando lo mismo.

—Pero, ¿la conocías? —Le preguntas, inclinándote un poco hacia él de forma completamente espontánea, sin pretenderlo ni pensarlo primero.

Él traga saliva y, a pesar de que debería, no te parece sospechoso en lo más mínimo; te parece que fue un trago realmente normal. No hizo ruido y su rostro no se llegó a notar nervioso. Después de haber pasado la saliva por completo, entreabre un poco los labios, y los cierra casi en el mismo momento, limitándose a solo negar con la cabeza y luego recorrer tu rostro con sus ojos, en los cuales notas duda; notas que contienen algo más.

—¿Qué ocurre, enano? ¿Qué anda mal? —cuestionas de nuevo, esperando que te diga algo que pueda ayudar, ya sea a tí o a él mismo.

—No pasa nada —dice, y sabes lo que significa: Ya no quiere hablar en lo absoluto; es lo único que puede significar el que te diga eso, porque nunca te lo dice a menos que "lo que pasa" sea algo realmente privado.

Respiras profundo, intentando no verte preocupada ni agitada; en realidad, intentando hacer ver que esa frase no te movió nada, a pesar de que lo hizo. Sonríes levemente y apoyas una de tus palmas en la sábana para levantarte de la cama. Le echas un último vistazo a tu hermano, que se ve ansioso en extremo; se ve que podría empezar a llorar en cualquier momento, pero aún así respetas su privacidad, por más que deseas escuchar sobre lo que le ocurre y poder abrazarlo. Abres la puerta, la cruzas y cierras.

Entonces Marco se queda completamente solo en su pequeño cuarto, sintiéndose realmente encerrado entre esas cuatro paredes a las que casi no se les ve el color del cual están pintadas, esto por la cantidad de pósteres de bandas y videojuegos que las cubren. Lo único que da cierta sensación de amplitud en la habitación es la luz que entra por la ventana, iluminando cada rincón, amarillentando el suelo que, en un día nublado, se vería simplemente marrón.

Y entonces, en el gran cuadro amarillo que hay en el suelo, aparece una sombra, no muy definida, pero a la cual se le ve una cara redonda y una cabellera larga, la cual cae delicadamente sobre los hombros de la persona a la que pertenece la silueta.

Con miedo, decide mirar hacia la ventana, no sin antes convencerse a sí mismo de que seguramente no había nadie, que simplemente estaba imaginando cosas.

Pero, imaginación o no, perfectamente podía ver a alguien detrás de ese vidrio, y reconocía bastante bien a quién le pertenecía ese rostro lleno de pecas.

—Victoria —susurra por la impresión.

Allí la ve a ella, cubierta de sangre y con una sonrisa amplia; sus ojos brillan mientras lo admira. Porque sí, definitivamente lo está admirando.

Entonces él vuelve a mirar al suelo y se fuerza a sí mismo a no volver a abrir los ojos, luego llora hasta caer dormido, y Victoria aparece en sus sueños, tal como no había hecho en un buen tiempo.

Y él se siente tonto por alguna vez haber pensado que algún día dejaría de acordarse de Victoria y de soñar con ella. Porque, siendo realistas, ¿en serio era posible que algún día dejara de tenerle miedo a esa chica cuatro años mayor y a la obsesión que tenía con él?

 Porque, siendo realistas, ¿en serio era posible que algún día dejara de tenerle miedo a esa chica cuatro años mayor y a la obsesión que tenía con él?

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Me acabo de dar cuenta de que olvidé la nota de autora por acá. Bueno... hola; empecé la preparatoria, y la verdad me ha gustado volver a mi vida normal, en especial porque últimamente he estado sintiendo mucha ansiedad y tomar clases me distrae.

Espero que ustedes estén bien y que estén disfrutando de la historia. Mil perdones por no actualizar seguido.

Los quiero mucho a todos, y espero que tengan una bonita vida hasta que vuelva a actualizar (lo cual espero que ocurra pronto).

Bueno, ahora que ya puse nota, byeee :)

Mari.

Punzadas de culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora