Capítulo 6

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No estás segura de que tus amigas quieran hablar contigo

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No estás segura de que tus amigas quieran hablar contigo. Aún así, envías el mensaje al grupo: "Chicas, necesito hablar con ustedes".

Respiras profundo y te tiras en la cama mientras sientes cómo la sangre pega la ropa a tu cuerpo de una forma incluso más incómoda de lo que usa el agua. Te abrazas a tí misma y sientes la humedad en la palma de tu mano; sientes, por alguna razón, que tocas también pequeños coágulos en tus brazos.

El teléfono vibra y la sangre se vuelve más molesta; también empieza a sofocarte el calor que hace en el cuarto. Enciendes el aire acondicionado aún sabiendo que no aplacará mucho las llamas del infierno. Lo sientes así: Estás yendo al infierno, a pesar de que todavía dudas de si de verdad debes ir allí.

Esto solo te comprueba que lo mereces.

Tomas el aparato y notas que la funda negra ahora tiene tus huellas digitales marcadas con sangre, impresas en un tono rojo vibrante que no sabes cómo harás desaparecer. Pierdes la capacidad de respirar y la recuperas casi en el mismo segundo, solo para seguir viviendo y poder leer la respuesta de Galia: "¿Para qué?". Si bien la sientes algo seca, intentas que no te afecte; ya estás muy estresada como para sumarle el hecho de que sientes que te odian, o que al menos te ven como una loca.

Lees el mensaje de nuevo y te haces la pregunta a tí misma, porque en realidad no pensaste en eso. Sabes que tienes que advertirles de una forma u otra que van a ser interrogadas en algún momento —o que al menos piensas que así va a ser, porque todos los eventos y palabras del interrogatorio te lo dejaron bastante claro—, pero no sabes cómo ni cuando; mucho menos cuando piensas también en el detalle de que no debe ser incómodo decir eso.

Te maldices a tí misma por estar olvidando tu propia forma de ser; por ya no poder hacer un plan coherente; o más bien, ya ni siquiera poder hacer un plan. Respiras profundo e intentas salvarte con otro mensaje: "Preferiría decirlo en persona; en serio es importante".

La respuesta parece tardar mucho en llegar; el cuello de tu camisa empieza a sentirse apretado y desabrochas todos los botones, manchándote un poco más los dedos al hacerlo, y calmando un poco el calor que te había estado consumiendo. Por fin puedes sentir el aire frío en tu piel, aunque en realidad no ayuda mucho con el hecho de que te estás incendiando en una flama eterna.

De pronto el teléfono vibra otra vez; miras tus huellas grabadas en sangre en la mitad de la pantalla que ocupa el teclado. Oprimes el botón para encender la pantalla y vuelves a leer, tomando aire con mucho esfuerzo. Valeria acaba de preguntar cuándo y dónde deseas que se reúnan. Entonces te abrochas de nuevo la camisa y te pones una máscara; sales de tu cuarto lentamente y vas con tu madre a comportarte como la persona normal y cuerda que se supone que eres.

—Ma —Le llamas la atención mientras cocina; hay carne cruda a su lado liberando sangre, y de pronto recuerdas que tú también estás cubierta con ese líquido; esperas que no lo note a pesar de que el olor fuerte delata que está allí.

—¿Sí, Marti? —pregunta mientras te voltea a ver con una sonrisa leve. Te recorre completa con la mirada, pero aún así no nota la sangre. De pronto dejas de percibir el olor, y miras hacia abajo para ver que tu camisa está tan blanca como siempre debería estar; que siempre estuvo blanca, y otra vez tu culpa te hizo alucinar.

Por un momento, tu respiración se normaliza. Luego vuelve a ponerse irregular, porque te vuelves consciente de algo que la mayoría del tiempo —en realidad, siempre— prefieres ignorar: Estás cayendo a la locura y ni siquiera sabes si tiene sentido o por qué lo tiene. Todo son suposiciones, pero tu cabeza las absorbe como algo cierto; tu cerebro es una esponja llena de verdades falsas, o de mentiras ciertas.

—¿Marti? —Tu madre te llama con un tono de pregunta, y te das cuenta de que estuviste un largo rato mirando hacia la nada. Claro, como la persona cuerda y normal que eres. No estás perdiendo la cabeza.

—¡Ah, sí! —dices, fingiendo estar animada, y pretendiendo haber olvidado tu idea, cuando en realidad la tenías tan presente que no podías hablar—: ¿Puedo salir con mis amigas... un día de estos? —dices, sin ser muy específica.

—Con... ¿Galia, Valeria y Pamela? —Tu madre duda un poco—. Así se llamaban, ¿verdad?

—Sí —asientes al mismo tiempo que haces lo mismo con la cabeza.

—¿Qué día? —procede a preguntar, con la voz todavía pacífica. Su sonrisa leve no se va.

—En realidad no sé. O sea, yo las estoy invitando; yo decido la fecha, así que... ¿lo más pronto posible? No sé... ¿Puede ser mañana? —Ensamblas un conjunto de frases que no tiene mucho sentido y en el cual esperas que no se note tu desesperación. Pero allí está, mucho más notoria que en cualquier otro momento en el cual te hayas sentido así.

—¿Y esa prisa? —cuestiona tu madre, alzando una ceja. Su sonrisa deja de ser leve; se vuelve una que te invita (o más bien, que quiere forzarte) a contar una historia de la cual en realidad no quieres hablar, por los nudos y la culpa que hay en ésta.

—Eh... Un chisme muy bueno —explicas con una mentira, sabiendo que no te va a creer, mas con cierta esperanza de que no haga más preguntas después de notar tu incomodidad.

Y se nota en su mirada que no te cree, pero de todas formas te da el "sí". Puedes salir mañana, y esperas que las chicas puedan también; necesitas advertirles, aunque no tengas idea de cómo.

Les preguntas si pueden, y cuando todas dicen que sí, sacas un cuadernito. Te encorvas para que tu cara quede casi pegada a la hoja, y piensas.

Pasas una buena parte de la noche planificando lo que vas a decir.

Pasas una buena parte de la noche planificando lo que vas a decir

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HOLA, GENTE :D

Antes no dejaba notas por acá porque esto era para un concurso, pero ya que tiré la toalla porque no escribí nada en todo el mes, ahora puedo hablar y ustedes tienen que soportarme xd

En mi defensa, tenía tareas que hacer, soy muy adicta a Los Sims y aparte me encanta prestarle tiempo y atención a mi novio.

... Ok, creo que solo lo de las tareas me excusa.

PERDÓN.

Como sea, ya voy a salir de vacaciones (en aprox. dos o tres semanas), así que podré prestarle más atención a la escritura :D

Ojalá pueda actualizar más seguido :)

Por cierto, ¿les ha gustado la historia hasta ahora? ¡Me gustaría leer más comentarios!

Ah, y creo que no me presenté. Hola, soy Mari Guajardo, uso pronombres ella/elle, soy la autora de esta historia y otras cuantas, estudiante de preparatoria... Y creo que es lo más que puedo decir. Igual seguro tengo más datos en mi bio xd

Hola :D

Y adiós, porque ya no sé qué decir (y aparte quiero jugar a Los Sims y prestarle atención a mi novio) xd

Byeee :D

Mari.

Punzadas de culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora