—Vamos, cariño, el agua está deliciosa —alentaba Benji desde el reflejo cristalino de la piscina.Lucas, parado al borde, no podía evitar admirar la forma en que el sol jugaba con el agua, creando destellos que se reflejaban en los ojos de Benji. —No más que tú —pensó, su corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y deseo.
—Espera, ¿qué me está pasando? ¿Son estos sentimientos reales? —murmuró Lucas, su voz apenas audible sobre el murmullo del viento.
Benji, percibiendo la hesitación de Lucas, decidió actuar. Con un movimiento fluido y seguro, lo levantó en sus brazos y, con una risa contagiosa, se zambulló con él en la piscina.
El agua cerró sobre Lucas como un manto fresco y oscuro, y por un momento, sintió la vieja sensación de pánico. Pero la firmeza de Benji lo guió de vuelta a la superficie, donde el aire fresco llenó sus pulmones.
—Tranquilo, estoy aquí —susurró Benji, su voz un ancla en la tormenta de emociones de Lucas.
El miedo de Lucas se disipó lentamente, reemplazado por una confianza creciente mientras se aferraba a Benji. Sus cuerpos estaban tan cerca que podían sentir el calor compartido entre ellos, el ritmo acompasado de sus respiraciones, el latir de sus corazones en un dueto perfecto.
El rubor en las mejillas de Lucas era un testimonio silencioso de su vulnerabilidad y deseo. Intentó retroceder, pero Benji, entendiendo la delicadeza del momento, lo mantuvo cerca, sellando su promesa con un beso que era tanto una pregunta como una respuesta.
El beso, inicialmente tierno y exploratorio, se intensificó con la promesa de más. Benji anhelaba sentir la piel de Lucas contra la suya, pero su respeto por los límites de Lucas era más fuerte que cualquier deseo físico. Se detuvo, ofreciendo espacio y seguridad, un gesto que decía más que palabras.
Los dos jóvenes permanecían abrazados en el agua, con la cabeza de Lucas reposando sobre el pecho de Benji, escuchando el ritmo tranquilizador de su corazón. La serenidad del momento los envolvía, y el mundo exterior parecía desvanecerse ante la intimidad de su conexión.
En la calidez de su hogar, Aitana e Izan se encontraban en un rincón especial desde donde podían observar el mundo exterior a través de la ventana. Sus ojos se posaban sobre la escena que se desarrollaba en el jardín, donde Benji y Lucas compartían un momento de unión y felicidad. La pareja mayor se abrazaba, y en ese abrazo se entrelazaban años de amor compartido y recuerdos dorados.
Aitana, con una sonrisa que reflejaba la ternura de incontables amaneceres juntos, se dejaba llevar por los recuerdos de su propia juventud. "Son tan adorables", pensaba, mientras la nostalgia y el cariño se mezclaban en su corazón. —Nos recuerdan tanto a nosotros en aquellos días despreocupados, cuando cada día era una promesa de amor nuevo y cada risa un eco de la eternidad.
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El Silencio de Dios
Fiksi RemajaEn un torbellino de silencio divino, Lucas luchó hasta el último suspiro, enfrentando la incomprensión y el rechazo, solo para descubrir que en su sacrificio final, su voz resonaría más fuerte que nunca, llevando consigo el mensaje de esperanza y li...