Ella (capítulo 7)

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De niño creía que las estrellas eran algún tipo de nave espacial y ahí vivían algunos extraterrestres, fui creciendo y mi tía murió, tenía 8 años y mi mamá me dijo que ella me cuidaría desde arriba así que pensé que era una estrella y deje de creer en los supuestos alienígenas, ahora, mirando a las estrellas me doy cuenta que es más de eso, es una fuente de inspiración, de relajamiento y también de recuerdos, recuerdos como cuando me escape por primera vez de casa y ellas me vigilaban, recuerdos de mi niñez, ahora son objetos que me transmiten pensamientos y recuerdos de una chica, una chica que amo.

-Buenos días dormilón.

Estaba despertándome y la vi ahí, esplendida, hermosa como solo ella era, una chica única, una chica perfecta o bueno, mis ojos lo veían así, mi cerebro lo pensaba así y mi corazón así lo sentía.

-Hola -Le dije con un ojo aún cerrado- ¿Qué hora es?

-La una de la tarde, parece que se te han pegado las sabanas -se rio- alístate que vamos todos a almorzar en casa de mi tía Rita.

-Bueno pero diles que me esperen al menos treinta minutos.

-Tienes que ser más rápido, todos tenemos hambre.

-Sí, yo también pero no soy Superman para vestirme en segundos.

Los dos se rieron.

-Vale te dejo solo, si quieres algo me avisas, estaré ordenando mi habitación.

-Bueno.

Se vistió más rápido que la velocidad de la luz, bueno no, eso es exagerar pero trato de hacerlo lo más rápido posible y como lo rápido no sale bien se puso la remera al revés -Ay Gabriel, estás jodidamente enamorado- pensó.

-Oh Gabriel, vamos. -Dijo mi papá-

-Bueno.

Partieron hacia la casa de Rita. Quince minutos después llegaron, ahí estaba Rita, una mujer alta de quizá un metro setenta, corpulenta y con una voz gruesa.

-Invitados, sigan, tomen asiento. -Dijo en voz un tanto regañona y en aire de orden-

Todos nos sentamos.

-Bueno Rita, ¿Qué nos has preparado? -Dijo la amiga de papá-

-Lo de siempre, patatas fritas y pollo gratinado.

-Es su especialidad -Nos murmuró-

-Gracias tía, pero sabes que la grasa no va conmigo.

-¡Ay niña, cuando vas a quedar satisfecha con lo que yo cocino!

Ella me miro un tanto desacertada y avergonzada a la vez, yo le respondí con una sonrisa tratando de decir -tranquila, no pasa nada- y lo entendió porque asintió y me regalo una sonrisa de esas que tanto me encantan, con sus ojos brillantes, su cabello radiante y su bella sonrisa que parecía sacada de una obra de arte pintada por Picasso.

¿Cómo es posible tanta perfección en un mortal? -Pensé- O sea está chica es hermosa, sus rasgos son de una reina, su simpática manera de ser, su dulce voz, debo aceptarlo, estaba jodidamente enamorado de ella.

Almorzamos y luego ella me invito al balcón de su tía, sacó una guitarra y empezó a recitar una canción. No me fije en lo que significaba esa dulce melodía de su boca, no me fije en la manera en como tocaba la guitarra de Rita, no hice el mayor esfuerzo en mirarla, solo cerré los ojos y me imagine en el monte olimpo, sentado, como los dioses deberían de estarlo, rodeado de súbditos que obedecen sus órdenes, con dos chicas hermosas ofreciéndole uvas y buen aire a su Dios, y del otro lado un hermoso ángel, recitando una melodía más preciosa que las que alguna vez Mozart pudo inventarse, una melodía que traía paz, una melodía que alumbraba mi corazón con su luz, una luz de esperanza, aquella luz de esperanza que estaba llenando los vacíos de mi mundo, aquella luz que irradiaba amor, aquella luz que simplemente me hacía feliz.

-Te amo -dije, oh Gabriel otra vez pensando en voz alta, pensé-

-Yo también.

-Perdón, no sé qué quise decir.

-Yo tampoco.

Me sonrió y me miró fijamente los ojos (Al mirarnos fijamente pude sentir la pasión de ese primer beso entre nosotros, aun sin rosar nuestros labios), Jamás había sentido tal excitación como la de ese momento, jamás me había sentido tan feliz, jamás había amado tanto a alguna persona y... Jamás desee besar tanto unos labios.

Gabriel se armó de valor y con un romántico acercamiento la beso, le dio un beso tan apasionado que ni él lo podía creer.

Ella sintió esa cosa abstracta llamada "amor" por primera vez en su vida seguido de un cosquilleo en su abdomen y un destello de emociones que la hicieron feliz. Él por su parte no pudo dejar de ver "estrellas", estrellas que tanto significado tenían para él, la amaba y no había duda de aquello, estaba totalmente loco por ella.

Terminaron de besarse y ella se acercó y le susurro.

-Gabriel, estoy enamorada de ti.

Gabriel queda perplejo y asiente.

- Te amo.

Se encoge de hombros y con un gran esfuerzo logra responder:

-Yo a ti.

La noche seguía y estos dos enamorados (que bien tontos se veían) no paraban de decirse lo mucho que se amaban, él le recordaba lo hermosa que era ella y ella le recordaba lo hermoso que era él.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora