IX

3.6K 276 27
                                    

— Te pasaste de verga, Iván. Casi me arrancas la cabeza. — Alfredo sobo su cabeza.

— Ya, ya. No seas chillón. Que mejores putazos te has puesto. — salió del baño con algo entre sus manos. 

— ¿Y mi cepillo?. — le gritó su hermano desde baño. 

— Aah, lo tiré. — dijo sin importancia. 

— ¡¿Por qué?!. 

— Porque es mi casa, wey. No quiero pertenencias de nadie, cuando nadie se está quedando. 

— Pero si lo acabo de usar ayer. — dijo exaltado. 

— ¿Ah sí?. — lo miró y su hermano asintió — Ni pedo. Sorry.

— Cabrón.

— Ahí abajo en la puertita, hay más. 

— Ihi iy mis. — lo arremedó — Me cae que, con los años te pones más raro. 

Su hermano le dio el avión, pues él ya había obtenido lo que quería. Sólo faltaba esperar un poco.

— Luego me lo agradecerás, Chuyito. — se susurró Iván a sí mismo. 


ELENA

Terminé de acomodarme el vestido que traía puesto, era algo sencillo pero bonito y fresco. A parte que no quería usar nada ajustado para poder andar detrás de Leo, y sin contar que hacía bastantito calor. 

— Te ves guapísimo, amor. — le pasé el peine por sus rizos — Sólo deja guardar esta ropa, para no tardarnos a la hora de irnos. 

Doble las prendas que nos habíamos quitado antes de meter a bañarnos. También algunas cosas de higiene personal o similar, asegurándome que no dejaría nada aquí.

Escuché que Leo empezó a dar pasitos y cuando volteé vi que ya estaba cruzando la puerta. 

— No, Leo. Ven para acá. — me preocupaba que se acercara a las escaleras — Leo. — lo llamé. 

Rápido me puse de pie para ir tras él, pero un poco antes de llegar a la puerta vi que cayó al suelo sentado.

— Pa' arriba campeón. 

Cuando me asomé al pasillo, la imagen de Alfredo tomando la mano a Leo ayudándolo a caminar se instaló en mi mente.

Me estaba empezando a gustar más de lo que me quisiera admitir.

— Leo. No andes incomodando a los demás, hijo. — dije haciendo llamar la atención de Alfredo.

— Ele... Ouh. — me puse nerviosa al notar como me miraba de arriba abajo — T...Te ves... ¡Wow!.

— Gracias. — sonreí con pena — Tú también, te ves... Bien. — seguro pareces tonta. 

Alfredo sólo sonrió de lado aun tomando la mano de Leo. 

Creo que me va a costar más de lo que pensé.


ALFREDO

— Por qué tan tarde, amá. — le preguntó Iván, después de saludarla. 

— Ay, mijo. Pues es que tu tía ya sabes que se queda hacer rancho. — ahora yo la saludé — Por eso no me pude venir desde ayer. 

— Pues la hubiera invitado. Que tiene.

— Ay, no. — negó — ¿Y que se ponga otra huarapeta como el año pasado?. No, no, no. 

¡Ups! - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora