Estiré mi cuerpo por encima de la cama, acompañando con un bostezo sin abrir los ojos. Tomé el extremo de la sábana y la estiré para tapar mi cuerpo.
La güerita de anoche.
Sonreí al recordarla. Me giré para poder abrazarla, pero mi brazo sólo tocó el colchón vacío. Entonces abrí los ojos y me percaté que evidentemente ella no se encontraba en la cama. Con la mirada busqué por toda la habitación, pero nada.
Vi que la puerta del baño estaba entrecerrada y en mi creció una pequeña esperanza de que ella estuviera adentro. Toqué dos veces, pero al no obtener respuesta, empujé la puerta. Tampoco estaba ahí.
— ¿Qué pedo?. — dije sacado de onda.
Regresé a la cama buscando si había dejado algo, pero no. Parecía como si yo hubiera dormido solo. Busqué mis cosas o más bien mi celular, y cuando lo encontré este estaba descargado. Sólo me quedaba otra opción. Encendí y le hablé por radio a uno de los muchachos que venían conmigo.
— Yepe. ¿Me escuchan?.
— Diga, patrón. A la orden. — escuché por el radio.
— Por qué dejaron ir a la plebita que venía conmigo anoche, ¿Eh?. No se supone que andan al pendiente, y no sé cuanta mamada. — les dije molesto.
— Pero patrón. Usted nos pidió que no lo molestáramos. Nos dijo que nos fuéramos para la calle, y que si necesitaba algo nos hablaría.
— ¿Yo les dije eso?. — pregunté.
— Sí.
Pendejo quedé.
— Y luego, ¿Dónde chingados están?.
— Estamos aquí enfrente del hotel.
— ¿Y no la vieron salir?.
— No patrón. ¿Quiere que la vayamos a buscar?.
— Aguántenme cinco minutos. Ahorita bajo. — dije para luego comenzarme a vestir.
...
— Bueno, cabrón. Tú qué te traes. — dijo Iván — Ya va el mes completo que te vas a ese antro de jueves a domingo. A quién buscas o andas siguiendo, ¿Eh?.
— Sólo quiero salir. — le contesté mientras me acomodaba mi saco.
— De cuándo acá tú. — entrecerró los ojos, viéndome raro.
— Si es cierto. — habló Ovidio — Si eres el que prefiere quedarse a pistear en la casa, que salir a ver culitos.
— Bueno, estoy probando algo nuevo. Y, además que les valga verga. — los miré mal — Cómo si les anduviera pidiendo permiso o dinero.
— Nomás decíamos, we. No te esponjes.
— Seguro no ha cogido. — dijo Iván.
Aproveché que estaba distraído y le aventé una revista que estaba por ahí.
— ¡Ay, pendejo!. — se quejó.
— Cállese a la verga... Culón verga. — me reí — Bueno. Ahí los wacho luego.
— Si no es mucho pedir. Me traes una orden de tacos cuando vengas. — pidió Ovidio.
— Pa' qué.
— Para desayunar mañana. — rodeé los ojos fastidiado — ¡DE PASTOR!. — escuché que gritó cuando ya estaba afuera.
...
— Ahh, sí... — gemí mientras me imaginaba de nuevo a la güerita.
Cuando cerré los ojos, inmediatamente se me vino a la mente sus ojitos cerrándose de placer. Sus labios abriéndose ligeramente mientras murmuraba algunas maldiciones, o cómo los mordía dejando escapar pequeños gemidos.
Al abrir los ojos me topé con una cabellera rubia haciendo de las suyas, y la verdad estaba haciendo muy buen trabajo, pero que sabía que no era ella.
Terminando le di su respectiva propina. Ella se acercó para darme un beso, pero me alejé.
— ¿Cuándo nos volveremos a ver, guapo?.
Negué riendo.
— Espero que nunca. — la volteé a ver mientras acomodaba mi pantalón — Pero no te preocupes. Te voy a recomendar. — le guiñé un ojo.
Sólo rodó los ojos mientras caminaba hacia la puerta.
Me cercioré de estar sólo, entonces me serví un trago mientras seguía pensando en ella.
— Güerita, güerita. Dónde estás...
...
— ¿Nada?. — le pregunté al dueño del antro.
— Nada, Alf. — contestó — Ni siquiera a ninguna de sus amigas.
Asentí lento. La verdad otra vez me iba con la sensación de derrota.
— Gracias por el paro, Ferny. — estreché su mano, chocándolas.
— Te lo digo de compas, Alf. Pero tal vez ya deberías de parar de buscarla. Ya llevas un año con lo mismo. — sentí que puso su mano en mi hombro, y le dio un leve apretón — Capaz y la morra no sea de aquí.
— Si no la he podido encontrar, es lo más seguro. — dije mirando el piso.
— Pero de verdad no te acuerdas de su nombre. — preguntó curioso.
— La estábamos pasando tan bien que nunca se lo pregunté... Por pendejo. — solté una risa amarga — Y de hecho yo tampoco le dije el mío.
— Chale, compa. A veces las cosas pasan.
— Tal vez no estaba destinado para ser.
— Ánimo, Alf. Viejas hay un chingo.
Pero ninguna es ella. Pensé.
— Supongo que sí. De nuevo gracias, Ferny. — erguí mi postura y ahora sí me despedí de él.
— No es nada. Y no te preocupes. Cualquier cosa, yo te echo un grito.
Asentí sonriendo y salí del antro.
Antes de ponerme en marcha, observé el amanecer. No sólo Ferny tenía razón, mis carnales también. Ya era pasadito del año, y yo seguía con la misma rutina, buscando a la plebita. Realmente no sé qué tenía o que me hizo, pero la verdad es que me sentía enamorado de ella, y eso que sólo había sido un acostón
Me reí sin gracia.
Alfredo Guzmán se enculó por una cogida.

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¡Ups! - JAGS
ChickLitEspero y sea de su agrado HISTORIA CORTA 🔜 Abril 12, 2023 🔚 Abril 23, 2023 (TODO es totalmente FICTICIO)