III

3.7K 263 26
                                    

Acosté a Leo en la cama de la habitación y acomodé las almohadas de esta en ella.

— Y mira que pensé, que sería todo un show con él en el avión. — susurró Monse. 

— Yo también. — admití — Pero tuvimos suerte que se quedara dormido toda la hora.

— Noo. Además mi niño sabe portarse bien. Todo un príncipe. 

— La verdad que sí. Es un niño muy tranquilo, y lo agradezco mucho. — suspiré viéndolo. 

— Sí... ¿Te vas a cambiar?. 

Asentí. — Sí. Voy aprovechar ahorita y le arreglo una mochila para él. ¿Tú?. — le pregunté. 

— También. Deja ir a mi habitación, y ahorita que ya estés lista, mándame mensaje para venir ayudarte. 

— Ayy, gracias, Monse. 

— De nada. — dijo yéndose — ¡Me mandas mensaje!. — susurró como si gritara. 

Reí una vez que cerró la puerta.

...

— Parece gasparín, Elena. Te la bañaste con el protector solar. — dijo mi amiga. 

— ¿Crees?. — le pregunté mientras miraba a Leo. 

La verdad creo si me había pasado poquito. Pero poquito, nomás.

— Bueno, igual se le caerá cuando entre al agua. 

— Si eso pasa, aquí traigo más. — levanté el bote. 

— Mejor déjalo así. — reímos. 

Por fin habían comenzado nuestras vacaciones, y esta vez nuestro destino fue Mazatlán. He de admitir, que fue inevitable pensar en el tipo que conocí en Culiacán. 

Por un momento me imaginé volvérmelo a topar aquí, pero seamos honestos. No sería lo mismo, y capaz ni siquiera era de Sinaloa y yo haciéndome cuentos tontos en la cabeza.

...

— Oigan, ¿No tienen sed?. — dijo Cristina. Una amiga por parte de Monse. 

— Aquí hay agua. — apunté la hielera. 

— Me refiero a sed de la peligros. — rio. 

— Aahh. No. — reí — Gracias. 

— ¿Ustedes?. — Volteó a ver a Monse y Karla. 

— Yo sí. Pero, ¿No es aún algo temprano?. — habló Karla.

— Sii. Una ratito más noche. 

— Pues si quieren. — volvió aponerse sus lentes — Pero yo, por lo pronto. Iré por un coco, no tardo. — dijo poniéndose de pie.

— Y luego dice que no es alcohólica. — negó Monse.

— Girls just want to have fun. — dije tratando de justificarla. 

— ¿De verdad no tomarás?. — me preguntó Karla. 

— Tal vez, sólo uno. Tengo que estar al pendiente de Leo, y también darle de comer. — expliqué.

— Entiendo. 

— Bueno, YO. Le haré una sesión de fotos aesthetic a Leo. Así que, presta. — Monse lo cargó y sentó en la arena mientras le hablaba. 

— Amor, acá. — le hice una seña a Leo para que volteara a la cámara. 

En un lapso de unas dos horas, el sol ya se estaba metiendo. Pensábamos en irnos a las habitaciones para cambiarnos e ir a un restaurant-bar, pero lo único que nos detenía era el no saber nada de Cristina.

Desde que fue por su "coco", no había vuelto con nosotros. Ya nos empezábamos a preocupar.

— Wey, ¿Y si le pasó algo?. — dijo Monse. 

— Ay, no. Esperemos que no. — Karla se persignó. 

— Si en diez minutos no llega. Hay que poner alerta. — dije y ambas asintieron.

No tardamos ni tres minutos cuando Cristina venía de la mano riendo con un tipo moreno y alto.

Las tres dimos un suspiro al verla llegar con nosotros. Había dejado al hombre uno cuantos metros frente a nosotros.

— Ey, ya encontré after. — dijo emocionada. 

— ¿Dónde chingados andabas, Cristina?. Nos preocupamos cuando no te vimos. — le reclamó Monse enojada. 

— Me quedé con Vicente. — dijo sonriente mientras lo miraba. 

— ¿Quién es Vicente?. — pregunté. 

— Él. Dijo que viene con sus hermanos y unos amigos. Rentaron una palapa cerca de aquí, y nos invitó a ir con ellos. 

— ¿Así nomás?, Ni siquiera lo conoces. — le dije.

— Mira. ¡Vicente!. — lo llamó — Ven. 

El tipo se fue acercando a nosotros con una sonrisa en el rostro. A simple vista parecía ser buena persona, pero no debía confiar.

— Hola. Qué tal. 

— Él es Vicente. Un nuevo amigo que acabo de conocer. Y ellas son, Monse, Karla y Elena. Mis amigas.

— Mucho gusto. — dijo. 

— Igual. — respondimos. 

— Le decía a Cristy, que están invitadas, si gusta a pasar el rato acá con mis camaradas. 

— ¿Qué dicen?. — preguntó Cristina. 

— Pueees... — dijeron Karla y Monse. 

— ¿Es seguro?. — pregunté. 

— Claro. De hecho con toda confianza. En el momento que algo las incomode, pueden decirme. No somos ese tipo de personas que le harían algo a unas bellas damas como ustedes.

— Ah, pero... — dijo Cristina — No solo somos cuatro mujeres. — él la miró sin entender — Traemos a un hombre, un chico. 

— Es Leo. — dijo Monse. 

— Pues no hay problema. También puede agarrar ambiente con todos nosotros. 

Las cuatro soltamos una risita, y yo negué. 

— Bueno, si tienes algo fórmula y papilla allá con ustedes. Probablemente si se anime. — hablé. 

Me miró sin entender, así que destapé un poco a Leo para que lo pudiera ver. Había caído rendido después de haber estado jugando en la arena. 

— ¡Vaya!. — rio — No me lo esperaba. Pero por supuesto que sí.  

— ¿Entonces?. — volvió a preguntar Cristina. 

— Nosotros sí queremos. 

— Supongo que sí. 

— Perfecto. Entonces, síganme.

— Pero antes, debo regresar a la habitación por más cosas para Leo. — dije.

— Okay, adelante. Las espero.

¡Ups! - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora