Capítulo 11: "En el corazón del bosque"

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Hacía frío, Tanto frío que Belly podía sentir como se le helaba la sangre, podía sentir como sus glóbulos rojos se convertían en copos de nieve hasta ser pequeños hielos. Belly se preguntaba cómo sus secuestradores no sentían escalofrío alguno, como ni les temblaban los dientes ni como andaban con poca ropa por todo el bosque.
Ella no entendía. Tampoco entendía porque estaba allí.
¿Por qué? Decía. Si sólo fue a buscar a la madre de la familia, cuando se agachó a su lado para ayudarla porque aún estaba respirando y de pronto sintió como una larga, filosa y odiosa uña se deslizaba por la piel de su nuca. No tenía armas en manos, solo una pequeña navaja en su bolsillo así que la tomó y se la clavó en el pecho al Grownie. Pero después, después fue más difícil, porque detrás de él estaba una de ellos que imponía poder. Iris, la reina.
Corrió hasta ella con la navaja alta pero Iris que antes no movía ni un pelo, hizo una maniobra que en un segundo, la navaja terminó en el piso y el delgado brazo de Belly en sus manos.
-No niña, conmigo no vas a poder.
Pero Belly sabía defensa personal.
Con su otro brazo libre le pegó fuerte en la costilla izquierda, tan fuerte que ésta se arrodilló y maldijo.
-Cabe destacar que no te mato porque te usaré en un trato –Se quejó Iris.
Logró soltarse y trató de escapar pero Iris que había obtenido más furia tomó la navaja y rozó el pie de Belly, pero ella siendo la mejor en todo, también la esquivó.
Pero afuera. No puedo contra tres.
Le dispararon en la cabeza con una pistola adormecedora.
Estaba inconsciente, pero con los ojos entreabiertos. Logró decirles algo a Jack y Sabrina que llegaron preocupados pero luego solo escuchaba muy poco lo que decían, como voces muy pero muy lejanas. Y después simplemente se durmió.
Había soñado con la madre de la familia.
“No pude salvarla”, “maldición, me encargué de ella y no la salvé” se repetía.
Ahora estaba prisionera en el corazón del bosque. No podía escapar porque en la habitación hecha de ramas y paja, había seis Grownies observándola.
Sabrina y Jack eran los únicos que podían sacarla de allí.
¿Y si vuelven sin la joya y los matan? ¿Y si no vuelven y me dejan aquí? No, ellos no harían eso. Pero los pensamientos negativos desgraciadamente esta vez ganaban. No había forma de quitarlos de su cabeza. Sentía que las horas pasaban y pasaban, estando prisionera, los minutos parecían horas y las horas, días.
Dos Grownies mujeres le ofrecían comida a cada media hora. Pero Belly no aceptaba.
Sólo quería salir de allí. Era lo único que importaba.
El bosque que al principio parecía vacío, ahora estando en el mismísimo corazón de él, podía ver que en realidad había mucho y muchas especies. Principalmente Grownies, que se esconden allí. También habían muchísimos insectos, demasiados, pero éstos eran la comida del día a día de sus secuestradores, a eso se debe el no querer comer.
El ambiente allí, era muy extraño, apestaba el olor a insecto aplastado que trituraban hasta ser puré y ofrecérselo a su prisionera como comida gourmet, también el olor que tenían los Grownies, simplemente no había palabras para describir tal cosa. Belly deseó tener un rio cerca para sumergirse y no salir hasta que lleguen sus amigos.
Todo lo hermoso que podría tener un bosque, allí no existía. O quizás si el bosque antes era hermoso pero los Grownies lo convirtieron suyo.
Belly deseó saber más de sus secuestradores, además estaba aburrida así que sin temor alguno decidió charlar con un Grownie que se encontraba más cerca de ella.
-Oye… -Susurró- ¿Sabes mi idioma?
-Sí, pero no puedo hablar contigo, sólo decime si necesitas algo y llamo a la reina, nada más.
-No, no es para que la llames… solo estoy aburrida y deseo saber cosas de ustedes.
-No puedo darte tal información.
-Vamos, no es difícil y nadie se va a enterar –Rogó, Belly deseaba saber más de ellos y ya que estaba, saber sobre el futuro- solo mmh, dime de dónde son ustedes.
-No.
-Oh, que amargado y aburrido es estar acá, tendré que escaparme –Bromeó.
-No saldrás a no  ser que estés autorizada… Somos de Marte.
Belly abrió grandes los ojos.
-¿Y cómo es que están en la tierra? ¿Hace cuánto?
-Sólo caímos aquí, hace unos dos años.
-¿Planean conquistar el mundo? –Belly comenzaba a tener miedo.
-No lo sé, solo hacemos lo que nuestra reina diga.
Y justo en ese momento, como si tal hubiera escuchado, Iris se asomó por la puerta. El Grownie se puso rígido.
-Buenos días Buelly, me contaron que no quieres comer nada, y sabes que con eso no vas a lograr que te tengamos lástima –Se sentó en una silla de madera justo al frente de ella.
-Primero, me llamo Belly no Buelly, segundo, no busco dar lástima simplemente es asquerosa su comida, pero se los agradezco. –La prisionera quería enfrentarla porque sabía que no la mataría, la necesitaba, así que aprovecharía cualquier situación.
Iris lanzó una risa irónica y rodó los ojos.
-Que tonta eres, no te pases de la raya conmigo, mira todo esto –Señaló a todas direcciones- Estás en un lugar de lujo y agradece que no te metí en una celda.
-¿Gracias? –Dijo sarcásticamente.
-Como sea, no vine a perder mi tiempo, solo advertirte que si tus amigos no traen mi joya este es tu último día con vida.
Levantó una ceja, ¿Quién se creía?, comenzaba a odiarla, sin importar que pueda terminar con su vida ni menos que era una reina. Le daba igual y no le tenía miedo. Además confiaba ciegamente en sus amigos.
-Gracias por avisar –Respondió Belly como si lo que le dijo Iris era algo que estaba esperando que le dijeran hace años.
Iris se despidió irritada. Odiaba que sobrepasen sus límites y que la subestimaran. Era una reina y no estaba acostumbrada a estos tratos. Por eso Belly lo disfrutaba.
Era hora de la cena, todos los Grownies se reunieron en su amplio salón en donde cenarían y Belly se quedó sola en la habitación, pensando.
¿Vendrán con la joya? ¿Vendrán con las manos vacías y tendrán otra propuesta? ¿Y si en realidad no vuelven?
Lo que pensaba sabía que sólo el destino lo sabría y tarde o temprano respondería a sus dudas.
Mientras tanto, más lejos del bosque, Jack y Sabrina se preparaban para lo que sería otro mayor desafío de sus vidas.

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