Sus ojos estaban entrecerrados, su cuerpo manifestaba una sensación helada, como si alguien hubiese pasado hielo por todo su cuerpo. Intentó buscar calidez en su acompañante nocturno mas se encontró con el mismísimo vacío entre las sábanas blancas. Abrió los ojos completamente, él se había ido, todos sus sentidos se activaron para distinguir si realmente había huido o seguía en su departamento y, efectivamente, este se había ausentado.
Notó como se encontraba vestido en otras ropas de su armario con olor a limpio, sus rulos estaban descolocados, sin embargo, no pegoteados de sudor, sus piernas estaban secas al igual que su abdomen. Sonrió al darse cuenta del adorable cuidado de su amante pero al instante esta se borró con una sensación extraña.
A Pablo nunca se le hubo presentado tal situación. Conoció a un hombre muy buen mozo que simulaba tener un par de años más que él en una noche solitaria y oscura cual turmalina y, ese varón de labios finos, facciones marcadas, barba cortada al ras y ojos que estudiaban cada mínima porción de su rostro cuando hablaba lo había llevado a su propio hogar para tener un encuentro sexual y luego disiparse en los primeros rayos del sol.
Se sentía usado y, en efecto, una puta de solo una noche a pesar de lo bien que lo pasó. De pronto una alarma sonó, su cuerpo se erizó debido a que el jamás programaba estas, miró su celular y encontró un mensaje en la alarma que aún ronroneaba y resonaba en la ya iluminada habitación.
«nota a tu derecha»
Ahora estaba entre confundido y embroncado, viró hacia la derecha encontrándose con un hoja oficio, de las que usaba para garabatear cuando tenía insomnio y su lápiz de river ubicado en diagonal al folio. Enfocó ambos ojos en su contenido, no sin antes criticar mentalmente la letra que a simple vista parecía la de un profesor de ciencias sociales siendo esta desprolija e irreconocible.
«Buenos días lindura.
Sé que seguro estás enojado conmigo pero dejame excusarme. Mi trabajo comienza a la mañana y no puedo llegar tarde, probé levantarte, sin embargo, me parecía un crimen despertar a alguien con baba cayendo cual catarata.
Si es que no me odias tanto, llámame a las 17hs que es cuando me libero de mí jornada.
11-7886-2226
Con mucha vergüenza y cariño, Lionel, tu mejor cogida. »
Pablo nunca hizo tantas expresiones al leer una sencilla hoja de papel quedando rojo al pasar por la oración final y teniendo que releerla unas 3 veces más para procesar todo el concepto.
Realmente estaba enojado con Lionel mas eso no significaba que no iba a llamarlo y pedir su responsabilidad afectiva después de lo que habían hecho, aparte de que no soportaba tener impregnado todo su perfume repartido equitativamente en su cama y no poder olerlo pasando su nariz por su cuello. Ya no entendía cómo una persona que conoció hace menos de 24hs lo traía tan sumergido en una burbuja de fantasía, necesidad e intriga. Se dejó caer en la cama respirando todo el olor leñoso, intenso y seductor recordando varias escenas de horas anteriores.
Verdaderamente había sido su mejor cogida, contaba con tan solo 18 años hace poco cumplidos y había tenido únicamente encuentros con mujeres donde no había logrado ni la mitad de lo que el hombre del bar lo hizo experimentar. En parte el hecho de que se haya ido así y dejarlo solo tuvo una reacción negativa en él por el hecho de que durante el acto sexual Lionel lo había tratado sucio, tosco, bruto y, en adicción, para su sorpresa le había fascinado. Le había gustado ser tratado con nalgadas contundentes que si se fijase ahora mismo notaría la marca, algunos rasguños en la cara interna de sus muslos y el poco cuidado en su forma de coger.
Recordaba como gritaba, lloraba al tener por primera vez una pija cubriendo su agujero, gemía e intentaba regular su respiración a la vez, lo había dejado en condiciones deplorables en aspecto pero renovado de placer, del disfrute de buen sexo. Una calidez llegaba a su cuerpo al recorrer aquellas emociones que lo hicieron delirar.
